sábado, 22 de febrero de 2020

Ambientadores



     Al ciudadano lector no le sorprenderá saber que pasamos el noventa por ciento de la vida dentro de espacios cerrados. Espacios que intentamos hacer agradables perfumándolos con ambientadores; sin embargo, la preocupación por sus efectos adversos sobre las personas, especialmente aquellas que sufren asma o alergias, ha impulsado a que algunas autoridades de países, como EEUU y Canadá, fomenten espacios libres de olores en colegios o locales de trabajo.
     El empleo de ambientadores ha sido una práctica humana habitual en el pasado; el incienso -recuérdese el botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela- es, quizá, el más antiguo, y ¿quién no ha colocado flores aromáticas en su hogar? Su uso no sólo obedece a motivos placenteros, se ha estimado que los comercios pueden aumentar un veinticinco por ciento el volumen de sus negocios, con una buena elección del olor en los locales de venta al público.
     ¿Cuál es la composición de los ambientadores? Contienen fragancias; o sea, compuestos orgánicos que proceden tanto de fuentes naturales como de síntesis químicas, y proporcionan un aroma agradable o enmascaran olores desagradables; pero ¿cuáles y en qué proporción? La Oficina Europea de Uniones de Consumidores (BEUC), publicó un documento en 2005 titulado “Emisiones de químicos por ambientadores. Test sobre setenta y cuatro productos vendidos en Europa”. Halló benzeno, formaldehído, terpenos, estireno, ftalatos y tolueno. Científicos competentes han alegado que el estudio presenta carencias metodológicas: nada más hay que añadir. Ahora bien, el escritor no ha conseguido averiguar la composición de los ambientados y deduce de ello que malamente puede asegurar que son saludables si ignora qué sustancias incorporan al aire. Porque sabe que dos mil quinientos ingredientes se utilizan en los productos de consumo perfumados; también sabe que se ha estudiado la alergia de contacto, pero no otro tipo de alergias o efectos; y no ignora que el benceno y formaldehído son cancerígenos y que los ftalatos son disruptores endocrinos. ¿Alguien ha valorado el riesgo para la salud que corremos al respirar los productos que contiene un ambientador? No. ¿No debería primar el principio de precaución? Demando información pública. Porque pueden producirse desagradables sorpresas como ésta: el limoneno, frecuentemente usado para proporcionar olor, se oxida con el ozono que a menudo hay en el aire, para dar el cancerígeno formaldehído.
     A pesar de nuestras mejores intenciones, el aire limpio de una casa debe oler… a nada. ¿La mejor estrategia contra los olores? No producirlos, en lugar de enmascararlos.

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