sábado, 7 de noviembre de 2015

Automóviles que no emiten gases


La cantidad de dióxido de carbono emitido por los automóviles es un hecho que merece ser valorado. Un artículo de Manuel Gómez Blanco, publicado en 2014, aporta interesantísimos datos. Las nuevas clases medias que están surgiendo en China, Brasil, Rusia, India, Indonesia y México quieren disfrutar de la comodidad que proporciona un coche; y no hay argumentos para impedir que ejerzan su voluntad. En 2014 ochenta y cinco millones de automóviles se han fabricado e incorporado a las carreteras del mundo; de seguir a este ritmo el parque automovilístico, que superó los mil millones en 2011, podría llegar a dos mil quinientos en 2050. Y sabemos que el noventa y nueve por ciento de los vehículos queman combustibles fósiles colaborando al calentamiento de la atmósfera; si la industria del automóvil quiere asegurar su supervivencia debe resolver el problema.

Desde la crisis del petróleo de 1973 y la consiguiente subida del precio de los combustibles, los fabricantes han reducido el consumo de los vehículos; el cambio climático ha acelerado el proceso. La eficiencia se ha mejorado optimizando el rendimiento de los motores térmicos, la aerodinámica y el peso; ya se ha conseguido ofrecer las mismas prestaciones con inferiores consumos de combustible y menores emisiones contaminantes. Pero el aumento del parque móvil mundial ha obligado a disminuir las emisiones de dióxido de carbono hasta un nivel que sólo se puede conseguir con la incorporación de la electricidad. La electrificación del automóvil empezó con los primeros modelos híbridos HEV (Hybrid Electric Vehicles), que portaban baterías de un kilovatio-hora capaces de ayudar al motor térmico o recorrer distancias de un par de kilómetros con energía eléctrica. Los híbridos enchufables PHEV (Plug-in Hybrid Electric Vehicles), que combinan un motor convencional con otro eléctrico, han constituido el siguiente paso en la evolución. Su motor térmico les habilita para hacer viajes como cualquier coche normal; pero el motor eléctrico lleva baterías (entre seis y doce kilovatios-hora) que se cargan en cualquier enchufe -incluso durante la marcha- y les permite recorrer de treinta a cincuenta kilómetros con energía eléctrica. Este coche permite los desplazamientos diarios del ochenta por ciento de los conductores europeos sin repostar gasolina durante meses. Y la evolución no debe parar hasta que las baterías ofrezcan autonomía suficiente para que desaparezca el motor térmico y ningún vehículo emita dióxido de carbono. 

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