Los
científicos estamos tan acostumbrados a los éxitos de la medicina moderna que,
a menudo, solemos olvidar que todavía desconocemos la causa de muchas
enfermedades. Añadiría más, esperamos que aparezca un médico genial capaz de
encontrar un tratamiento global de la enfermedad: reconocemos en el prestigioso
médico Claude Bernard al Galileo de la medicina; pero aún no ha aparecido un
Newton de la salud.
Un
par de casos concretos nos bajan la soberbia y llaman a la modestia. Hasta la
penúltima década del siglo XX los médicos consideraban que las úlceras de
estómago se debían al estrés o a la comida picante: se habían equivocado. Robin
Warren y Barry Marshall demostraron que una infección bacteriana (de
Helicobacter pylori) causaba la mayoría de las úlceras pépticas. Tal vez nos
hallemos ante un caso similar con el colon
irritable, una frecuente y molesta enfermedad que provoca náuseas, dolor
abdominal, flatulencia y diarrea -la manifestación clínica más frecuente-: hasta ahora se desconoce la causa del mal. Durante
mucho tiempo se creyó que el Blastocystis, un organismo unicelular parásito de
intestino, no era patógeno, pero cada vez hay más evidencias que indican lo
contrario, que produce infecciones cuyos síntomas intestinales son los mismos
que presentan los pacientes diagnosticados con colon irritable; no olvidamos que también ocasiona
erupciones cutáneas, urticaria, angioedema (acumulación de líquido en la piel y
mucosas) y picor en las palmas de las manos y pies. Teniendo presente que la eliminación del parásito resuelve el cuadro clínico en muchos
casos; los patólogos aventuran que tal vez ya hayan encontrado al agente responsable
de la enfermedad. Y tiene sentido la atribución porque han averiguado que el
blastocystis no sólo inflama y mata las células del intestino grueso, sino
también fabrica moléculas que activan el mecanismo de liberación de histamina y
la consecuente aparición de las alteraciones cutáneas.
El blastocystis afecte más a los habitantes de los países en desarrollo
(al cuarenta por ciento de los brasileños) que a los
desarrollados (tres por ciento de la población de Estados Unidos): porque los individuos adquieren la infección mediante la ingestión de quistes
provenientes de las heces de individuos infectados y porque la higiene se cuida más en los países ricos que en los pobres. Siendo blastocystis uno de los parásitos
más abundantes, ¿por qué aún permanecen sin dilucidar muchos aspectos de su vida
y de su patogenia?
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