sábado, 8 de noviembre de 2014

El espacio vacío del universo


No existe espacio vacío en el cosmos; las gigantescas extensiones entre las galaxias son lo que más se aproxima. El futuro viajero que se adentre en las regiones interestelares de nuestra galaxia apenas encontrará un átomo en cada centímetro cúbico de espacio, casi nada comparado con los cincuenta trillones de átomos que contendría el mismo volumen lleno de aire; pero a medida que sobrepase los límites de la Vía Láctea hallará desiertos más áridos todavía cuando contabilice un solo átomo en un cubo de un metro de lado (un contraste mayor que el existente entre la densidad del agua y el aire). No obstante, errará quien deduzca que escasea la materia entre las galaxias, porque incluso el más remoto paraje está inundado de un tenue gas cuya masa, probablemente, supera la masa de todas las estrellas y galaxias del universo. Y no está uniformemente distribuido; tiende a agruparse en una enorme red cósmica de filamentos que se entrelazan a través de inmensos huecos. ¿Para qué estudiar esta neblina -se preguntará el inteligente lector-, cuando el resto del universo está repleto de objetos tan interesantes como las galaxias, estrellas y planetas? Porque mediante el estudio de la materia intergaláctica los astrónomos esperan encontrar las claves para entender el nacimiento de las galaxias.

Unos cuatrocientos mil años después de la gran explosión el universo era muy diferente del nuestro: había sólo un gas casi uniforme de átomos de hidrógeno y helio cuyas heterogeneidades apenas alcanzaban una parte en cien mil. Hoy, un número de treinta y tres cifras separa la densidad del interior del Sol de la del espacio intergaláctico. ¿Cómo el homogéneo universo primitivo se transformó en el heterogéneo cosmos actual? Hay un único responsable: la gravedad. El colapso gravitatorio de las acumulaciones de materia formó las galaxias y las estrellas; pero la gravedad puede amplificar las fluctuaciones, no  crearlas, esto que significa que hubo unas fluctuaciones en la densidad de la materia al comienzo del universo. Tales turbulencias, las semillas gravitatorias de la red cósmica que observamos hoy, se manifiestan como pequeñas heterogeneidades de la radiación de fondo de microondas que, por cierto, han observado los astrónomos.

Me tienta decir que ya entendemos el origen de la red cósmica, pero no es así: las perturbaciones iniciales fueron tan pequeñas que el tiempo que lleva existiendo el universo resulta insuficiente para que la gravedad haya formado las galaxias actuales. ¿Cómo salvar esta dificultad? Suponemos que existe materia oscura, una hipótesis que comentaré otro día. 

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