El
saludable lector sabe que los antioxidantes son sustancias fundamentales para
mantener su salud; sin embargo, probablemente desconoce que sus propias células
sintetizan el mejor antioxidante, el glutatión. Formidable protector contra los
radicales libres y subproductos oxigenados, se trata de una molécula que se
presenta en dos estados, uno reducido (GSH) y el otro oxidado (GSSG), cuyas
cantidades se hallan en la proporción de nueve a uno. Los biólogos ya saben que
una enzima regenera el GSH –la forma activa- a partir del GSSG -la pasiva- y también que una
disminución de esta proporción indica que la célula está sometida a un
perjudicial estrés oxidativo.
En
principio, todas las células del cuerpo pueden elaborar glutatión en cantidad
suficiente para atender sus necesidades a partir de sus componentes los
aminoácidos cisteína, ácido glutámico y glicina; no obstante, la producción puede
quedarse corta ya por la escasez de precursores ya por un consumo
excesivo-; en tales casos la protección antioxidante resulta insuficiente, se dañan las células y se desarrollan graves enfermedades. Evite en lo posible -el lector saludable- los tóxicos
químicos, las radiaciones ionizantes, el tabaco, los metales pesados, el exceso de hierro, la malnutrición, los esfuerzos deportivos excesivos y los fármacos, también las enfermedades,
infecciones, lesiones, operaciones, quemaduras o cualquier circunstancia que provoque un estrés oxidativo continuado: porque el cuerpo consume
grandes cantidades de glutatión.
Fijémonos
cómo opera esta singular molécula en algunos órganos concretos. El glutatión del
hígado -el mayor almacén del antioxidante- se une a muchos xenobióticos
(compuestos extraños) para hacerlos solubles en agua y excretarlos rápidamente
en la orina: así evita que compuestos potencialmente tóxicos se acumulen y
dañen las células hepáticas. Tras
entrar en contacto con el antígeno, los linfocitos del sistema inmunitario se multiplican rápidamente y
producen anticuerpos, actividades que demandan mucho oxígeno y
generan oxidantes que debe eliminar el glutatión. Los pulmones también requieren
GSH para protegerse de su elevada exposición al oxígeno del
aire. Las células del cerebro consumen mucho oxígeno y, por si fuera poco, son
muy vulnerables a los radicales libres debido a que contienen numerosos ácidos
grasos poliinsaturados; el mecanismo antioxidante del glutatión resulta
esencial para evitar su autodestrucción, un fenómeno presente en numerosas
afecciones neurodegenerativas.
Termino
con un aviso a los consumidores habituales de paracetamol: el analgésico baja
de forma drástica la cantidad de glutatión hepático.
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