La
rata topo desnuda africana (Heterocephalus glaber) es una criatura ciega, sin
pelo, de aspecto repulsivo y del tamaño de un dedo. En contrapartida a su
fealdad, la naturaleza la ha dotado de un organismo privilegiado. Los
científicos creen que estos roedores guardan el secreto de la supervivencia
tras un ataque al corazón o un derrame cerebral. Fijémonos en su estilo de vida:
imagínese doscientos individuos en una caja de zapatos enterrada cuatro metros
bajo tierra; en colonias, apretados en túneles subterráneos, las ratas topo
lampiñas sobreviven en condiciones extremas. Sus habitáculos no son solo pobres
en oxígeno, sino ricos en dióxido de carbono; en tales condiciones la mayoría
de los animales enfermarían; sin embargo, ellas son capaces de soportar media
hora de hipoxia extrema sin que sus células cerebrales queden dañadas (ningún
mamífero aguanta tanto sin respirar). Sí, estos feos animalitos pueden darnos
importantes pistas sobre cómo mantener el cerebro vivo cuando el oxígeno es
escaso; los fisiólogos han encontrado la estrategia que usan las ratas topo
desnudas para tolerar la falta de oxígeno: durante la ausencia de oxígeno
cierran los canales de calcio que tienen las células del cerebro, y así protegen
a las células de una sobredosis de calcio que resulta letal; se trata del mismo
mecanismo que tienen los humanos recién nacidos y que los adultos hemos
perdido.
La
rata topo lampiña no solo tiene una longevidad asombrosa (vive veintitrés años
de media, frente a los ocho del resto de los roedores), sino que, además, no
muestra síntomas de envejecimiento; su organismo parece desafiar las leyes de
la biología: por un lado, sus células no acusan síntomas del estrés oxidativo,
que está vinculado al proceso de envejecimiento, por otro, los extremos de sus
cromosomas son excesivamente cortos, lo que debería impedir su longevidad.
¿Por qué este
singular animal no desarrolla cáncer de piel? Andrei Seluanov y Vera
Gorbunova sospecharon que una variedad del ácido hialurónico (HMW-HA), un azúcar involucrado en la reparación del tejido que abunda en las células cutáneas de la rata topo desnuda, evita que las células cancerígenas se dividan. Para comprobar su hipótesis suprimieron
el HMW-HA: el tejido se volvió susceptible al cáncer. Afortunadamente ya se usan variedades del ácido hialurónico para aliviar el dolor de la artritis en las
articulaciones de las rodillas y como relleno cosmético en las arrugas; esperemos que también resulten anticancerígenas.
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