sábado, 17 de mayo de 2014

Las esponjas, filtros vivientes


Sí, el escritor sabe que, después de la Biblia, los libros más vendidos en toda la historia son los de Harry Potter; sin embargo, confieso que, como literatura infantil, prefiero los cuentos sobre animales antes que sobre niños aprendices de mago; los cisnes que aparecen en los cuentos de Andersen, incluso los leones, zorros, cuervos o conejos de las fábulas de Samaniego se hallan más cerca del mundo de los sueños y por ello están más cerca de mi sensibilidad. En fin, allá cada uno con sus gustos literarios. Y este zoófílo preámbulo viene a cuento de unos animales que ni siquiera lo parecen; hasta el 1765 los humanos consideramos plantas a las esponjas.

Son muy escasos los animales que se alimentan de esponjas; los biólogos alegan dos razones: su toxicidad y su esqueleto que contiene espículas (de calcita o sílice). Cierto, las esponjas poseen una variedad sorprendente de toxinas, que usan para evitar su depredación y que están siendo investigadas para su posible empleo terapéutico debido a sus propiedades antiinflamatorias (algunos terpenos) y antitumorales (ciertos arabinósidos y halicondrinas).

Se trata de unos animales extraordinariamente sencillos que abundan en muchos hábitats marinos  y que toleran la contaminación, pues acumulan hidrocarburos, metales pesados y detergentes sin daño aparente. Una de las características más sorprendentes de las aproximadamente nueve mil especies de esponjas es que carecen de tejidos, a diferencia del resto de los animales: tanto es así que la mayoría de sus células corporales pueden transformarse en otra cualquiera. También son los únicos miembros del reino animal que carecen de sistema nervioso, por no tener si siquiera tienen una forma definida, pues son un saco con una abertura grande en la parte superior, por donde sale el agua, y muchos poros más o menos pequeños en las paredes, por donde entra. Habitualmente fijas sobre las rocas se alimentan de plancton y partículas orgánicas en suspensión que contiene el agua que filtran, ¡y vaya que lo hacen!: una esponja de diez centímetros de altura y uno de diámetro filtra veintidós litros y medio de agua diarios.

Quizá porque la utilicé como esponja de baño cuando era niño, le tengo una extraordinaria simpatía a la Spongia officinalis; a mediados del siglo XX, la pesca abusiva y las epidemias redujeron drásticamente el volumen comercializado de esta especie, una decadencia acentuada por la aparición de las esponjas sintéticas de poliuretano.

2 comentarios:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

• El uso principal del poliuretano no es hacer esponjas, sino aislantes en los refrigeradores y colchones o asientos.
• El arabinósido de citosina y el arabinósido de adenina son dos moléculas semejantes a las moléculas que componen el ADN, con el azúcar arabinosa sustituyendo a la ribosa: por ello bloquean la síntesis de ADN en las células.

Saludos de Epi

C. Armesto dijo...

Estimada amiga

Las esponjas también pueden vivir en agua dulce: en el lago Baikal existen algunas.

Cordiales saludos de Epi