La
ausencia de cultura científica es tan grande que la mayoría de la población cree
que la Luna influye en el momento del parto, y que durante la Luna llena
aumenta el número de alumbramientos. Para comprobar la certeza de tal creencia,
G. Abell y B. Greenspan analizaron, desde 1974 hasta 1978, casi doce mil
nacimientos durante cincuenta y un ciclos lunares en un hospital de EE.UU: no hallaron
correlación alguna. Sí, los científicos han comprobado que la Luna no
interviene en los partos; pero probablemente influye en otro aspecto más
importante. Tal vez sin el satélite los humanos no estaríamos aquí.
El
reparto de la cantidad de calor procedente del Sol que llega a la Tierra
depende de la inclinación (veintitrés grados y medio) del eje de rotación del
planeta respecto al plano de su órbita; es uno de los elementos fundamentales
del clima y las estaciones son consecuencia de ella. La inclinación, que los
astrónomos llaman oblicuidad, no ha permanecido inmutable a lo largo de la
historia terrestre, tanto ella como la excentricidad (el achatamiento) de la
órbita que describe la Tierra han cambiado y con ellas el clima de nuestro planeta.
En la primera mitad del siglo pasado, Milutin Milankovitch formuló una
hipótesis: los períodos glaciales de los últimos dos millones y medio de años
se habían debido a las variaciones en la insolación de las altas latitudes,
inducidas por las variaciones de la oblicuidad y excentricidad; los datos han consolidado
la teoría. Sí, estamos seguros que las pequeñas variaciones de la oblicuidad de
la Tierra (un grado y tres décimas, en un millón de años) han mantenido el
clima estable, pues los períodos glaciales, aún constituyendo cambios considerables,
no han bastado para alterar el clima de una manera extrema.
Aparentemente
la Luna no tenía influencia en el clima… hasta que Jacques Laskar construyó unos
modelos que han sorprendido a la comunidad científica; los modelos muestran que,
sin Luna, las variaciones de la oblicuidad terrestre a lo largo de su historia
habrían sido extremas, de hasta ochenta y cinco grados: el clima se habría alterado
radicalmente. Parece que la Luna estabiliza la oblicuidad y con ello nos
garantiza una estabilidad climática a largo plazo; es más, de los cuatro
planetas del sistema solar interiores sólo el clima ha permanecido estable en la
Tierra. La Luna actúa como regulador climático y esa circunstancia permitió que
apareciese la vida animal y vegetal sobre la Tierra: no hay otra conclusión.
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