sábado, 7 de diciembre de 2013

La Luna y el clima

La ausencia de cultura científica es tan grande que la mayoría de la población cree que la Luna influye en el momento del parto, y que durante la Luna llena aumenta el número de alumbramientos. Para comprobar la certeza de tal creencia, G. Abell y B. Greenspan analizaron, desde 1974 hasta 1978, casi doce mil nacimientos durante cincuenta y un ciclos lunares en un hospital de EE.UU: no hallaron correlación alguna. Sí, los científicos han comprobado que la Luna no interviene en los partos; pero probablemente influye en otro aspecto más importante. Tal vez sin el satélite los humanos no estaríamos aquí.

El reparto de la cantidad de calor procedente del Sol que llega a la Tierra depende de la inclinación (veintitrés grados y medio) del eje de rotación del planeta respecto al plano de su órbita; es uno de los elementos fundamentales del clima y las estaciones son consecuencia de ella. La inclinación, que los astrónomos llaman oblicuidad, no ha permanecido inmutable a lo largo de la historia terrestre, tanto ella como la excentricidad (el achatamiento) de la órbita que describe la Tierra han cambiado y con ellas el clima de nuestro planeta. En la primera mitad del siglo pasado, Milutin Milankovitch formuló una hipótesis: los períodos glaciales de los últimos dos millones y medio de años se habían debido a las variaciones en la insolación de las altas latitudes, inducidas por las variaciones de la oblicuidad y excentricidad; los datos han consolidado la teoría. Sí, estamos seguros que las pequeñas variaciones de la oblicuidad de la Tierra (un grado y tres décimas, en un millón de años) han mantenido el clima estable, pues los períodos glaciales, aún constituyendo cambios considerables, no han bastado para alterar el clima de una manera extrema.

Aparentemente la Luna no tenía influencia en el clima… hasta que Jacques Laskar construyó unos modelos que han sorprendido a la comunidad científica; los modelos muestran que, sin Luna, las variaciones de la oblicuidad terrestre a lo largo de su historia habrían sido extremas, de hasta ochenta y cinco grados: el clima se habría alterado radicalmente. Parece que la Luna estabiliza la oblicuidad y con ello nos garantiza una estabilidad climática a largo plazo; es más, de los cuatro planetas del sistema solar interiores sólo el clima ha permanecido estable en la Tierra. La Luna actúa como regulador climático y esa circunstancia permitió que apareciese la vida animal y vegetal sobre la Tierra: no hay otra conclusión.

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