Quizá
la soberbia sea la clave del la actitud española ante la vida; el tremendo
orgullo del pueblo español que tanto impresiona al forastero se debe a la
jerarquía de valores que la España del siglo XVI ha proyectado sobre nuestros
días. Leamos a Baltasar Gracián (1601-1658): “La soberbia, como primera en todo
lo malo, cogió la delantera… Topó con España… Pareciole tan de su genio que se
perpetuó en ella. Allí vive y allí reina con todas sus aliadas: la estimación
propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, el lucir,
el campear, el alabarse, el hablar mucho, alto y hueco, la gravedad, el fausto,
el brío con todo género de presunción y todo esto desde el más noble hasta el
más plebeyo”. Con estos antecedentes no debe extrañarnos que la expresión sangre
azul sea de origen español. Que este giro lingüístico indique noble cuna probablemente
se debe a que los aristócratas -no realizaban trabajos físicos ni sufrían las
inclemencias del tiempo- tenían la piel pálida, mientras que los campesinos y
artesanos, habitualmente a la intemperie, tenían una piel curtida; y sólo en
las pieles blancas las venas muestran un aspecto azulado, como el advertido
lector ya habrá adivinado. Los científicos, como tantas veces, se han encargado
de demostrar la falsedad del aserto: el color de la sangre es el mismo en todos
los humanos y no es azul sino rojo. Nosotros, y casi todos los animales
vertebrados, debemos el color de nuestra sangre a la hemoglobina, una proteína
que contiene un pigmento rojo que transporta el oxígeno desde los pulmones a todas
las células corporales. Sin embargo, a veces, la naturaleza nos depara
sorpresas inauditas: hay animales cuya sangre –o más bien líquido corporal-
es azul; aunque creo que compararse a caracoles y pulpos, escorpiones o nécoras
no es algo que infle de orgullo a los príncipes azules.
Después
de la hemoglobina, la hemocianina (presente en los crustáceos, arácnidos,
gasterópodos y cefalópodos) es el pigmento respiratorio más frecuente en el
reino animal; su función, como adivinará el astuto lector, es equivalente a la de
la hemoglobina, aunque transporta el oxígeno con menor eficiencia; y debe su
color azul a que contiene dos átomos de cobre donde la hemoglobina sólo tiene
uno de hierro.
Sí,
no son los aristócratas, sino bichos como los caracoles, pulpos y calamares quienes
tienen la única sangre azul que realmente existe.
3 comentarios:
Estimado amigo
Hay otras moléculas en los seres vivos que contienen metales: la hemoglobina y citocromos hierro, las clorofilas magnesio, la vitamina B12 cobalto.
Saludos
Epi
Estimada amiga
1º La enzima glutatión peroxidasa cataliza la reacción del glutatión con el peróxido de hidrógeno; nos protege, por tanto, del efecto perjudicial de los peróxidos; la enzima contiene selenio, pero el selenio no es un metal.
2º La molécula tiroxina (distinta del aminoácido tirosina) es una hormona sintetizada por la glándula tiroides que transporta la sangre; la molécula contiene yodo, que tampoco es metal.
Saludos
Estimado amigo
La mioglobina (a veces llamada hemoglobina muscular, por lo que su nombre se presta a confusión) es una proteína muy parecida a la hemoglobina (también contiene hierro), pero no exactamente igual. Se encuentra en los músculos y su función es almacenar el oxígeno.
Saludos
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