Una
esfera luminosa, del tamaño de un balón, se desliza a lo largo del pasillo de
un avión. Los pasajeros, estupefactos, oyen un ruido sibilante, huelen un olor
desagradable, sus ojos, dilatados de asombro, la ven moverse, flotar en el aire:
el tiempo se detiene. ¿Un ovni? ¿Una presencia diabólica? Tranquilícese el
supersticioso lector, el rayo globular, centella o rayo en bola es un fenómeno
natural; estrictamente hablando ni siquiera es un rayo. Cierto, son raros, las
descripciones de los testigos varían y algunas de las propiedades observadas
son incompatibles, por lo que es posible que varios fenómenos diferentes se
estén agrupando incorrectamente bajo un mismo nombre; sin embargo, se trata de
un fenómeno real, no es una invención psicológica ni un mito: miles testigos
oculares los han observado y han sido fotografiados varias veces; más aun, durante
la Segunda Guerra Mundial algunos pilotos de bombarderos aliados observaron, en
muchas ocasiones, que un rayo globular, volando cerca de la punta de sus alas,
los escoltaba.
No
existe una explicación del fenómeno que sea unánimemente aceptada por todos los
físicos: la hipótesis más popular propone que el rayo globular consiste en un
plasma de cationes y aniones. A falta de una explicación concluyente me
contentaré con describirlo. Se trata de una bola de luz, de color rojo o
amarillo y brillo continuo o intermitente, que a veces emite sonido, y a veces es
silencioso. ¿Su tamaño? Entre unos centímetros y un metro. Aparece de forma
instantánea durante algunas tormentas eléctricas: a veces, parece caer desde la
nube, a veces surge del suelo después de la caída del rayo, otras, de repente,
se materializa en interiores o al aire libre o entra en una habitación a través
de una ventana cerrada, o a través de paredes finas o penetra por la chimenea.
Flota estacionario o se desliza en el aire, quizá lenta, quizá rápidamente,
moviéndose de forma aleatoria o siendo atraído por un objeto. Puede durar entre
unos segundos y varios minutos; algunos se desvanecen poco a poco, otros desaparecen
abruptamente: en silencio unos, explotan otros. Y emiten olores desagradables:
huevos podridos, azufre, ozono, óxido nítrico, dióxido de nitrógeno y ácido
sulfúrico, lo que probablemente haya contribuido a relacionarlos con manifestaciones
diabólicas.
Se
han hecho numerosos intentos para crear rayos globulares en el laboratorio y se
han logrado fenómenos similares, pero no hay una demostración convincente de
que se haya conseguido reproducir el fenómeno; quizá sean el mayor enigma del
electromagnetismo atmosférico… por ahora.
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