sábado, 9 de junio de 2012

Vidrios

     Plinio el Viejo cuenta, en el siglo primero, que unos mercaderes fenicios de natrón (carbonato de sodio) se habían detenido a pernoctar en la orilla de un río sirio; como no había piedras donde colocar las ollas en las que cocinaban, decidieron utilizar trozos del mineral transportado; cenaron y durmieron. A la mañana siguiente vieron, asombrados, que las piedras de natrón se habían fundido y habían reaccionado con la arena: sin quererlo habían sintetizado el primer vidrio fabricado por el hombre. Una hermosa historia que nos informa que el vidrio se fabricaba ya en tiempos remotos en los estados del Mediterráneo oriental.

     El lector fumador está familiarizado con las reacciones químicas y la combustión será la que ha empleado más veces; no necesitamos recurrir a tan insanas costumbres para utilizar otro tipo de reacciones: me refiero a la neutralización de las sustancias ácidas con los productos básicos. El sibarita lector degustará los ácidos en los zumos de frutas, -el escritor prefiere los de limón y naranja-, y reconocerá como productos básicos al bicarbonato que neutraliza la acidez del estómago, al jabón, a la pasta de dientes, y también a la ceniza, o incluso a drogas como la cafeína, la cocaína o la nicotina. Pero no me voy a referir a las reacciones químicas entre sustancias ácidas y básicas que se producen a la temperatura del ambiente, sino a las que se efectúan a temperaturas altas; concretamente, a las que producen los vidrios.

     El vidrio común se obtiene por fusión, a unos mil quinientos grados centígrados, de sus componentes; la materia prima principal para su elaboración es la sílice (óxido de silicio), un producto ácido presente en el cuarzo o en la arena, a la cual se agregan diferentes proporciones de productos básicos, concretamente de sosa (carbonato de sodio), obtenida de las cenizas de algas marinas, y de piedra caliza (carbonato de calcio). Ahora bien, no crea el lector ingenuo que todos los vidrios funden a la misma temperatura; dependiendo de cual sea su composición, unos lo harán a poco más de quinientos grados, mientras que otros necesitan más de mil seiscientos.

     Le tengo una simpatía especial al vidrio porque se trata de un material totalmente reciclable; no hay límite en la cantidad de veces que puede ser reprocesado; por si fuera poco, no pierde las propiedades y, además, se ahorra energía, concretamente alrededor del treinta por ciento con respecto a la fabricación del vidrio nuevo.

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