sábado, 10 de diciembre de 2011

La luz que irradia el vacío

En el año 2011, los físicos han logrado convertir las partículas que existen en el vacío en fotones, o sea en las partículas componentes de la luz. ¿No se ha sorprendido el lector suspicaz? ¿Si el vacío está vacío cómo van a existir partículas en él? ¡Imposible! Querido y escéptico lector sigue leyendo y te enterarás cómo unos físicos suecos han obtenido luz de la nada. ¡Nada menos!

El experimento efectuado por un grupo de científicos de la Universidad de Chalmers (en Suecia) se fundamenta en uno de los más extraños postulados teóricos de la mecánica cuántica: el espacio vacío... no está vacío. La teoría cuántica predice que el vacío puede imaginarse como una espuma en la que multitud de partículas revolotean: surgen de la nada y en ella desaparecen. Su existencia es tan fugaz que se las describe como virtuales; sin embargo, pueden tener efectos tangibles. En 1940 el físico Hendrik Casimir aventuró que dos metales planos muy próximos, colocados en el vacío, se atraerían debido al empuje de las partículas virtuales. Un halo de misterio ha rodeado a este efecto, que pronostica la existencia una fuerza que aparece de la nada, hasta que, en 1997, Steven Lamoreaux acometió un experimento que convirtió la teoría en realidad: necesitó acercar las placas a milésimas de milímetro, pero consiguió medir la fuerza; y es tan habitual que, en la actualidad, los diseñadores deben tenerla en cuenta para que no altere el funcionamiento de las minúsculas nanomáquinas.

No se han detenido los esfuerzos de los físicos en este campo: los teóricos han predicho que podrían conseguir un efecto similar (aparece energía de la nada) con un único espejo. Si lograsen moverlo muy rápidamente -arguyen-, absorbería la energía de los fotones virtuales y los emitiría como fotones reales. Resulta muy difícil realizar el experimento pues se necesita que el espejo vibre en el vacío a velocidades cercanas a la de la luz (recuerde el lector perplejo que, en un segundo, la luz da algo más de siete vueltas alrededor de la Tierra); pero al final lo consiguieron. Utilizando como espejo un dispositivo superconductor (SQUID) obtuvieron un resultado maravilloso: una lluvia de fotones saltaba del vacío. El experimento se ha convertido en otra prueba de la bondad de la mecánica cuántica; otra más… que no logrará convencer a los partidarios del clásico sentido común.

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