Una
erupción supervolcánica -cientos o miles de veces mayor que una habitual-es uno
de los desastres más aniquiladores que la humanidad puede sufrir: equivale a la
fuerza devastadora del choque de un asteroide contra la Tierra… que ocurre diez
veces más a menudo. Afortunadamente, son sucesos raros: en los últimos dos
millones de años, sólo en cuatro regiones se han emitido más de setecientos
cincuenta kilómetros cúbicos de magma de una sola vez.
Sucedió
hace setenta y cuatro mil años, en la isla Sumatra; el supervolcán Toba explotó
con una furia inimaginable dejando como resto una caldera que ocupa el lago
volcánico más grande del mundo (cien kilómetros por treinta de superficie y medio
kilómetro de profundidad). La gigantesca erupción alteró el clima y provocó una
catástrofe ecológica global; expulsó dos mil ochocientos kilómetros cúbicos de lava
y cenizas, que dejaron una capa de ceniza de aproximadamente quince centímetros
de espesor sobre el sur de Asia; además de la inmediata destrucción debido a
las cenizas incandescentes, se inyectaron en la atmósfera gases y polvo,
creando un fino velo alrededor del planeta que impidió el paso de la luz solar
durante años: en pleno día habría la misma claridad que durante una noche de
luna llena. Un invierno volcánico global, que pudo durar seis años, provocó una
caída de la temperatura media entre cinco y quince grados; por si fuera poco,
se habría abierto un agujero en la capa de ozono que aumentaría la radiación
ultravioleta. El drástico cambio ambiental probablemente extinguió algunas
especies.
Los
genetistas han averiguado que todos los humanos actuales provenimos de una
población muy pequeña, esta evidencia sirvió a Stanley Ambrose para proponer
que la catástrofe de Toba habría reducido la población humana mundial a diez
mil o incluso a mil parejas; en resumen, que la humanidad habría estado al
borde de la extinción. Cuando el clima mejoró, nuestros antepasados nuevamente
se expandieron desde África a todo el orbe; y las adaptaciones al ambiente de ese
reducido colectivo -similar genética y físicamente a los actuales bosquimanos-,
produjeron los diferentes rasgos y colores de la piel que hoy observamos en
nuestros semejantes.
Apesadumbrado
comunico una mala noticia al lector timorato: los geólogos son incapaces de
predecir el momento de una supererupción; afortunadamente, también transmito una
buena nueva: a pesar de todo, los vulcanólogos saben lo bastante de los lugares
en los que podría producirse, como para pronosticar que no habrá ninguna
pronto. ¡Menos mal!
3 comentarios:
Estimado amigo
Además de Toba, un par de supervolcanes hicieron erupción en el último millón de años: el volcán Taupo, en la isla norte de Nueva Zelanda y la caldera de Yellowstone, en Wyoming, Estados Unidos. Ambas erupciones, aunque alcanzaron un índice de explosividad volcánica (VEI) máxima (8), fueron aproximadamente la mitad de intensas que la de Toba.
Saludos de Epi
Estimado amigo
1º Efectivamente, según esta tesis, toda la humanidad descendería de tales bosquimanos primitivos.
2º. Existe consenso científico en que los primeros humanos tenían la piel negra.
Saludos de
Epi
Estimado amigo
Unos cien mil bosquimanos viven en la actualidad en el sur de África, el setenta por ciento en Botsuana y Namibia.
Saludos de Epi
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