Todos
creemos distinguir entre los animales y las plantas; no hay más que pensar en
un atún y una rosa, en un cuervo y un roble o en un lobo y un helecho. ¿En qué
aspectos fundamentales difieren los miembros de ambos reinos? Quizá lo más prodigioso
de los vegetales sea su aptitud para convertir el dióxido de carbono
atmosférico, el agua y los minerales disueltos en sabrosos azúcares, suculentas
grasas y alimenticias proteínas, con la ayuda de la energía que obtienen de la
luz del Sol. Si alguien nos asegurase que un animal poseía esa capacidad,
cualquier científico sensato se mofaría de la incultura de su interlocutor. Esto
justifica la fascinación, o mejor, la incredulidad, de la comunidad científica
cuando se enteró de las facultades de la Elysia chlorotica, un molusco de color
verde y cuatro centímetros y medio de longitud que fue descrito por vez primera
en el año 1870. Este caracol –o babosa- marino que vive en la costa atlántica
de EEUU, en las dos primeras semanas de su ciclo vital se alimenta de pequeñas
algas: hasta ahora todo parece normal, aparentemente, salta la sorpresa cuando
comprobamos que este asombroso animal separa los cloroplastos (que efectúan la
fotosíntesis) de las algas, y los retiene intactos en las células cercanas a su
aparato digestivo; no sólo eso, una vez ha almacenado suficientes, esta inverosímil
babosa no necesita comer nunca más; sobrevive durante meses, hasta completar el
año de vida, recolectando energía solar y aire disuelto en el agua, como si
fuera una planta. ¡Insólito!
En
el año 2010 el científico Sydney Pierce anunció un nuevo descubrimiento: en el genoma
de este inaudito caracol había genes de las células del alga; ello significaba
que el animal se las había ingeniado para transferir ADN del alga a sus células,
por un mecanismo todavía ignorado. La transferencia de genes, habitual entre
las bacterias, resulta muy rara entre animales y vegetales; debo recordar, sin
embargo, que, en los albores de la vida, las células antecesoras de las plantas
se tragaron unas bacterias que, afortunadamente, no ingirieron, al contrario, se
asociaron con ellas y ahora son los cloroplastos que les permiten vivir de la
luz. ¡Viva la solidaridad!
Reconozcámoslo,
el verde caracolillo no había recibido un trato justo: se habían menospreciado
sus increíbles y extravagantes habilidades.
1 comentario:
Estimado amigo
Según el Catálogo de la Vida elaborado en 2015, no existen dos, ni cinco, existen siete reinos: animales, plantas, hongos, protozoos, chromistas, bacterias y arqueas.
Cordiales saludos
Epi
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