sábado, 21 de agosto de 2010

¿Animal o vegetal?


Todos creemos distinguir entre los animales y las plantas; no hay más que pensar en un atún y una rosa, en un cuervo y un roble o en un lobo y un helecho. ¿En qué aspectos fundamentales difieren los miembros de ambos reinos? Quizá lo más prodigioso de los vegetales sea su aptitud para convertir el dióxido de carbono atmosférico, el agua y los minerales disueltos en sabrosos azúcares, suculentas grasas y alimenticias proteínas, con la ayuda de la energía que obtienen de la luz del Sol. Si alguien nos asegurase que un animal poseía esa capacidad, cualquier científico sensato se mofaría de la incultura de su interlocutor. Esto justifica la fascinación, o mejor, la incredulidad, de la comunidad científica cuando se enteró de las facultades de la Elysia chlorotica, un molusco de color verde y cuatro centímetros y medio de longitud que fue descrito por vez primera en el año 1870. Este caracol –o babosa- marino que vive en la costa atlántica de EEUU, en las dos primeras semanas de su ciclo vital se alimenta de pequeñas algas: hasta ahora todo parece normal, aparentemente, salta la sorpresa cuando comprobamos que este asombroso animal separa los cloroplastos (que efectúan la fotosíntesis) de las algas, y los retiene intactos en las células cercanas a su aparato digestivo; no sólo eso, una vez ha almacenado suficientes, esta inverosímil babosa no necesita comer nunca más; sobrevive durante meses, hasta completar el año de vida, recolectando energía solar y aire disuelto en el agua, como si fuera una planta. ¡Insólito!

En el año 2010 el científico Sydney Pierce anunció un nuevo descubrimiento: en el genoma de este inaudito caracol había genes de las células del alga; ello significaba que el animal se las había ingeniado para transferir ADN del alga a sus células, por un mecanismo todavía ignorado. La transferencia de genes, habitual entre las bacterias, resulta muy rara entre animales y vegetales; debo recordar, sin embargo, que, en los albores de la vida, las células antecesoras de las plantas se tragaron unas bacterias que, afortunadamente, no ingirieron, al contrario, se asociaron con ellas y ahora son los cloroplastos que les permiten vivir de la luz. ¡Viva la solidaridad!

Reconozcámoslo, el verde caracolillo no había recibido un trato justo: se habían menospreciado sus increíbles y extravagantes habilidades.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

Según el Catálogo de la Vida elaborado en 2015, no existen dos, ni cinco, existen siete reinos: animales, plantas, hongos, protozoos, chromistas, bacterias y arqueas.

Cordiales saludos

Epi