Trescientos ochenta y dos kilos de rocas lunares,
tan antiguas que pueden considerarse testigos del origen del sistema solar,
constituyen la mayor recompensa científica del programa espacial Apolo. En
laboratorios tan limpios que un quirófano habría parecido sospechoso de
suciedad se hicieron los análisis cuyos resultaron fueron inesperados: la Luna
no contiene hierro ni agua. ¿Por qué? Los astrónomos atribuyen esa ausencia a
que nuestro satélite es el resultado de la colisión entre la Tierra y un
embrión planetario del tamaño de Marte. El gigantesco choque habría producido
una nube de partículas, que quedó en la órbita terrestre y se unió para formar la
Luna; no habría hierro porque el que había se hundió en el interior de la
Tierra, y no habría agua porque el calor generado por el impacto la volatilizó.
No crea el suspicaz lector que se trató de un acontecimiento excepcionalmente
raro; probablemente los choques fueron los sucesos impredecibles con los que
acabó el proceso de formación de los planetas: formaron un satélite gigante
como la Luna, un planeta tumbado como Urano y un planeta muy denso como
Mercurio (un impacto debió arrancarle parte de la superficie ligera).
Al viajar a la Luna
también aprendimos cosas sobre la Tierra. El vulcanismo, la meteorización, la
formación de montañas, los plegamientos, las fallas y la glaciación han borrado
casi toda la historia de la Tierra; afortunadamente la Luna no fue una máquina
geológica tan intensa; podemos comparar sus accidentes y fenómenos geológicos
con los terrestres. Además del origen de la Luna, el análisis de las rocas
lunares nos reveló aspectos inéditos de nuestro sistema solar cuando era joven.
Probablemente hace tres mil novecientos millones de años todo el sistema solar interior
sufrió un intensísimo bombardeo de meteoritos, que destruyó la mayor parte de
las rocas y formó los mayores cráteres. Gran Bombardeo Terminal es el nombre de
este brutal acontecimiento que duró entre veinte y doscientos millones de años
y destruyó más del ochenta por ciento de la superficie lunar. ¿Fue su causa una
lluvia de cometas provocada por el paso del sistema solar por una agitada región
de la galaxia?, ¿tal vez una enorme colisión en el cinturón de asteroides llenó
de fragmentos el interior del sistema solar?, ¿acaso una emigración de Urano y
Neptuno, hasta entonces vecinos de Saturno, a órbitas más lejanas desestabilizó
a millones de cometas? Quizá, amigo lector, después de una ardua investigación,
tú encuentres la respuesta.
2 comentarios:
Estimado amigo
La órbita de los cuatro planetas gigantes del sistema solar no ha sido la misma desde su formación; probablemente ha cambiado. La última hipótesis apunta a que el sistema solar original era mucho más compacto que el actual; durante el primer medio millar de millones de años los planetas gigantes emigraron de sus órbitas originales: Júpiter se acercó al Sol, Saturno, Urano y Neptuno se alejaron.
Estimado amigo
1. Tienes razón, en lo que se refiere a que el sistema solar está sin explorar.
2. Se está comenzando a conocer el cinturón de asteroides. Este año (2014) se han publicado mapas geológicos de la superficie del asteroide Vesta, con las imágenes que ha proporcionado la nave espacial Dawn (Amanecer), entre julio de 2011 y septiembre de 2012, que permaneció en su órbita. Los mapas se usan para conocer la historia geológica.
Ahora, Dawn se encuentra camino del planeta enano Ceres, a donde llegará en marzo de 2015.
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