sábado, 2 de mayo de 2009

El fin del mundo


Hace unos días, mientras paladeaba una cerveza, dialogaba con un aficionado a la física. Comentábamos las dificultades de la puesta en marcha del más grande acelerador de partículas construido hasta la fecha, el gigantesco LHC. Mi amigo se preocupaba de que la máquina produjese agujeros negros que pudieran destruir la Tierra. El argumento que me tranquiliza –le dije- se fundamenta en que los físicos han observado choques de rayos cósmicos contra los átomos de la atmósfera, con una energía veinte veces superior a la que se alcanzará en el LHC: si nada ha sucedido hasta la fecha ¿por qué ahora va a ser distinto? Debatíamos estas razones cuando, en un alarde de lucidez, mi amigo me espetó ¿por qué los físicos no estudian esas colisiones en vez de gastarse miles de millones dólares en los grandes aceleradores? Sólo pude decir que así razonó Heisenberg hace medio siglo, y no estoy seguro que hubiese errado.
Para evitar que la tertulia acabara –aún teníamos tiempo para charlar un rato más- mi amigo retomó el tema del fin del mundo: si los rayos cósmicos ultraenergéticos estuviesen generando continuamente microagujeros negros en la atmósfera, y salieran disparados hacia todas las direcciones, podrían causar desperfectos, como unos meteoritos de pequeñas dimensiones, incluso podría formarse uno demasiado grande y... Argumenté que los microagujeros negros, de crearse, se evaporarían rápidamente, que son muy pequeños, que la mayor parte de la Tierra -o cualquiera de nosotros- es espacio vacío, que la probabilidad de que choquen con materia es minúscula… Sin meditarlo mucho ni hacer cálculos, al final sólo acerté a decir: te aseguro que es más probable que en estos momentos me caiga un meteorito encima, o que todos mis átomos vibren hacia arriba en un mismo instante y levite, que pueda suceder alguno de esos desafueros que crees posibles.
Curioso lector, afortunadamente para nosotros, el fin del mundo no llegará, al menos a corto plazo, pero si quieres especular sobre él, hazlo por lo menos con uno posible. ¿Cómo afectará a nuestro sistema solar el desbarajuste galáctico que provocará el choque de nuestra Vía Láctea con la galaxia de Andrómeda dentro de varios miles de millones de años? ¿Qué le ocurrirá a la Tierra cuando el Sol se convierta en gigante roja al final de su ciclo de vida estelar? ¿Qué vida sobrevivirá al impacto de nuestro planeta con un gran meteorito? 

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

Es extraordinariamente improbable (pero no imposible) que la estrella eta Carinae (visible a simple vista), al terminar su vida como supernova, lo haga emitiendo un brote de rayos gamma; si lo hace y mira hacia nosotros uno de los chorros, no es descartable que la biosfera sufriera una gran extinción.

Saludos cordiales
Epi