El sesudo erudito sabe que las plantas hacen la fotosíntesis para sintetizar sus biomoléculas usando como fuente de energía luz solar y liberando al mismo tiempo oxígeno. ¿Sólo los vegetales hacen la fotosíntesis? No, también las bacterias la hacen; pero sólo algunas son capaces de sintetizar el preciado oxígeno. Las bacterias vivían en la Tierra desde hace cuatro centenares de millones de años, en un ambiente carente de oxígeno, cuando, hace tres mil cuatrocientos millones de años, algunas recurrieron a la radiación solar para adquirir la energía necesaria para vivir. Poseían pigmentos coloreados -bacterioclorofilas- que les proporcionaban color y les permitían absorber rayos infrarrojos -a las bacterias púrpuras (también apellidadas rojas)- y luz visible a las bacterias verdes. Ambas, en vez de liberar el oxígeno del agua, usaron la energía solar para transformar los sulfuros en azufre. Aún hoy podemos encontrarlas, las púrpuras concretamente, en los manantiales sulfurosos o en los lagos donde se acumula el sulfuro de hidrógeno; y nos resultan útiles porque algunas variedades de bacterias púrpuras, que en vez de usar azufre utilizan compuestos tanto inorgánicos como orgánicos, son capaces de convertir los desechos humanos en hidrógeno; gas cuya combustión ahorra energía a nuestras plantas de tratamiento de aguas residuales.
Y las bacterias continuaron evolucionando hasta que el azar seleccionó unas -las cianobacterias- que, además de absorber luz visible, generan oxígeno. Desde hace dos mil cuatrocientos cincuenta millones de años, y durante mucho tiempo, hasta hace ochocientos cincuenta millones de años, la concentración del oxígeno atmosférico fabricado por ellas no sobrepasó el dos o cuatro por ciento. Se superó el quince por ciento hace quinientos treinta y nueve millones de años; y desde esa fecha hasta el presente ha oscilado entre el quince y el treinta y cinco por ciento. Hace cuatrocientos cincuenta millones de años, cuando la concentración de oxígeno atmosférico era el veintiuno por ciento, similar a la actual, aparecieron las plantas terrestres, en consecuencia, aumentó el oxígeno atmosférico; tanto que, en el período Carbonífero, la concentración alcanzó el máximo, sobrepasó el treinta por ciento; en tales condiciones vivieron los insectos gigantes. En la extinción biológica masiva que sucedió hace doscientos cincuenta y dos millones de años el oxígeno también descendió hasta el mínimo (quince por ciento). Desde hace sesenta y seis millones de años hasta el presente, durante la era de los mamíferos, la concentración de oxígeno atmosférico se ha mantenido alrededor del veintiuno por ciento, relativamente estable.
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