Quienes, además de otras viandas, comemos cereales, frutos secos y frutas deseamos impedir que en nuestros alimentos crezcan los mohos productores de las peligrosísimas micotoxinas; micotoxinas causantes de inmunodeficiencias y cáncer y que, por si no fueran suficiente dañinas, persisten tras el procesado y condimentación de los alimentos. El ácido benzoico y los benzoatos son algunos de los conservantes más usados como aditivos para protegernos de tales hongos. Si añado que, en ciertas circunstancias, el ácido benzoico puede convertirse en el cancerígeno benceno, auguro que el cauto lector deducirá que debe rehuir tales compuestos químicos, sin embargo, las suculentas ciruelas y los no menos deliciosos arándanos contienen ácido benzoico. ¿Tienen motivos para preocuparse quienes paladean tales frutos? Si bien el escritor ha decidido eludir las bebidas a las que se les han añadido benzoatos y ácido ascórbico -sospecha que ambas sustancias, en ciertas condiciones, reaccionan para producir el tóxico benceno- no duda en comer abundantes ciruelas -por motivos estrictamente gastronómicos las prefiere sin condimentar- y satisface su apetito con frutos del bosque, siendo los arándanos, que recoge él mismo a finales de verano, los más degustados. Las ciruelas, además de los melocotones, albaricoques, paraguayos, nectarinas, cerezas y nísperos constituyen la variopinta familia de las drupas, que así llaman los botánicos a las frutas carnosas que tienen hueso -la parte dura- en su interior. ¿La más exquisita? El goloso escritor, incapaz de seleccionar una de ellas por su sabor: le resultan todas exquisitas, ha decidido fijarse en las biomoléculas que contienen y en sus propiedades farmacológicas, para dilucidar si ellas le facilitan la eleccion. Duda ante la que contiene más betacaroteno, precursor de la vitamina A, que distingue por su color amarillo o naranja; pero al final se decanta por la probada eficacia de la capacidad laxante de las ciruelas, reconocida desde antaño. ¿Hay una explicación química a esta propiedad que mucho apreciarán quienes padecen estreñimiento? Por supuesto, varias de las sustancias que contienen facilitan esta cualidad, en concreto, las ciruelas tienen gran cantidad del polisacárido pectina, una fibra soluble y formadora de geles que estimula la producción de heces; la difenil isatina y el sorbitol contribuyen al efecto; y también la cera protectora que recubre estas frutas, la pruina (el polvillo blanco que también tapiza las uvas y arándanos). Por último, no desdeñamos reseñar que las ciruelas también tienen saludables polifenoles antioxidantes, más, cuanto más oscuras son.
sábado, 25 de enero de 2025
Ciruelas y ácido benzoico
Quienes, además de otras viandas, comemos cereales, frutos secos y frutas deseamos impedir que en nuestros alimentos crezcan los mohos productores de las peligrosísimas micotoxinas; micotoxinas causantes de inmunodeficiencias y cáncer y que, por si no fueran suficiente dañinas, persisten tras el procesado y condimentación de los alimentos. El ácido benzoico y los benzoatos son algunos de los conservantes más usados como aditivos para protegernos de tales hongos. Si añado que, en ciertas circunstancias, el ácido benzoico puede convertirse en el cancerígeno benceno, auguro que el cauto lector deducirá que debe rehuir tales compuestos químicos, sin embargo, las suculentas ciruelas y los no menos deliciosos arándanos contienen ácido benzoico. ¿Tienen motivos para preocuparse quienes paladean tales frutos? Si bien el escritor ha decidido eludir las bebidas a las que se les han añadido benzoatos y ácido ascórbico -sospecha que ambas sustancias, en ciertas condiciones, reaccionan para producir el tóxico benceno- no duda en comer abundantes ciruelas -por motivos estrictamente gastronómicos las prefiere sin condimentar- y satisface su apetito con frutos del bosque, siendo los arándanos, que recoge él mismo a finales de verano, los más degustados. Las ciruelas, además de los melocotones, albaricoques, paraguayos, nectarinas, cerezas y nísperos constituyen la variopinta familia de las drupas, que así llaman los botánicos a las frutas carnosas que tienen hueso -la parte dura- en su interior. ¿La más exquisita? El goloso escritor, incapaz de seleccionar una de ellas por su sabor: le resultan todas exquisitas, ha decidido fijarse en las biomoléculas que contienen y en sus propiedades farmacológicas, para dilucidar si ellas le facilitan la eleccion. Duda ante la que contiene más betacaroteno, precursor de la vitamina A, que distingue por su color amarillo o naranja; pero al final se decanta por la probada eficacia de la capacidad laxante de las ciruelas, reconocida desde antaño. ¿Hay una explicación química a esta propiedad que mucho apreciarán quienes padecen estreñimiento? Por supuesto, varias de las sustancias que contienen facilitan esta cualidad, en concreto, las ciruelas tienen gran cantidad del polisacárido pectina, una fibra soluble y formadora de geles que estimula la producción de heces; la difenil isatina y el sorbitol contribuyen al efecto; y también la cera protectora que recubre estas frutas, la pruina (el polvillo blanco que también tapiza las uvas y arándanos). Por último, no desdeñamos reseñar que las ciruelas también tienen saludables polifenoles antioxidantes, más, cuanto más oscuras son.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario