Los hongos, que residen en la piel y en el aparato digestivo, o la inhalación de sus esporas, inhalación que se asocia a alergias, asma y reacciones inmunológicas, pueden causar micosis; enfermedades que afectan tanto a los individuos sanos, como a los enfermos e inmunodeprimidos. Los hongos también sintetizan micotoxinas (se conocen varios centenares), venenosas sustancias causantes de micotoxicosis al penetrar en el cuerpo; en contraste con la intoxicación por micotoxinas, que suele ser accidental, los recolectores de setas ingieren veneno cuando comen hongos que han identificado erróneamente.
Los expertos han estudiado concienzudamente la peligrosidad de las micotoxinas que penetran en el organismo por vía alimentaria, sin embargo falta información sobre su toxicidad cuando se inhalan. Un estudio reciente ha demostrado que algunos mohos frecuentes que existen en los paredes interiores y techos de los edificios, si el nivel de humedad es alto, contienen micotoxinas capaces de dispersarse en el aire, permanecer suspendidas en él y ser inhaladas por los ocupantes. El análisis demostró que tres especies de mohos (Penicillium, Aspergillus y Stachybotrys) presentes en las paredes producían micotoxinas, y que éstas se convertían posteriormente en aerosoles. También mostró que la mayoría de las toxinas estaba en las partículas cuyo tamaño corresponde a las esporas; aunque, algunas toxinas, muy venenosas, se encuentran en partículas más pequeñas, granos de polvo que los individuos expuestos inhalan fácilmente y que penetran en su aparato respiratorio.
La tendencia a construir edificios más eficientes energéticamente y aislados del exterior, para ahorrar energía, agrava el problema; porque en su interior pueden darse condiciones favorables -humedad- para el crecimiento de los mohos. El estudio concluye que la presencia de micotoxinas debe ser un importante parámetro de la calidad del aire en el interior de los edificios. Quizá la percepción del riesgo para la salud que supone el moho dentro de los edificios ha cambiado después del incidente ocurrido en 1994 en Cleveland (EEUU): las toxinas del moho Stachybotrys chartarum estuvieron implicadas en la hemorragia pulmonar idiopática que afectó a ocho lactantes. Muchos ocupantes de edificios modernos notan con frecuencia irritación de los ojos y del aparato respiratorio, también dolor de cabeza, fatiga e irritación de la piel, síntomas que se alivian al salir al exterior (síndrome del edificio enfermo). No se ha identificado, sin dudas, el culpable; la mala ventilación, los productos químicos de limpieza y los mohos se encuentran entre los sospechosos.
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