sábado, 22 de junio de 2024

Cinc


Disertábamos varios contertulios sobre el ahorro que supondría eliminar la corrosión metálica en las embarcaciones. Mencionamos los ánodos de cinc, las grandes láminas de metal que se colocan en los cascos de los buques, para que se oxide el cinc y proteja al acero de la corrosión marina. Una vez puestos de acuerdo sobre necesidad del metal, se me ocurrió entonces que también nuestro organismo requiere de forma imprescindible el cinc, aunque en menor cantidad, pues el cuerpo humano apenas contiene dos gramos del esencial metal.
Más de tres mil proteínas humanas se unen, de una manera u otra, al ion cinc presente en el cuerpo; ion que interviene tanto en el crecimiento y desarrollo, como en la inmunidad, la transmisión de impulsos nerviosos, la visión y la reproducción. Sólo menciono dos enzimas del más de medio centenar que requieren iones cinc para ejercer su función: todas las células contienen superóxido dismutasa, una enzima antioxidante que inactiva los radicales libres de oxígeno; si el gen que codifica la enzima ha mutado los pacientes presentan esclerosis lateral amiotrófica o síndrome de Dawn. La anhidrasa carbónica también requiere cinc para su actividad; la enzima activa la conversión de dióxido de carbono en bicarbonato e ión hidrógeno, y viceversa: su correcto funcionamiento permite que el dióxido de carbono sea expulsado hacia el exterior.
Contienen cinc las proteínas receptoras de hormonas que están presentes en los núcleos de las células; receptores que se unen a las hormonas esteroides, entre las que se hallan las hormonas sexuales, a las hormonas tiroideas y a las hormonas procedentes de las vitaminas D y A; tales receptores son proteínas (se les llama factores de transcripción) que se unen al ADN para activar o impedir la expresión de algunos genes. El sabio lector deducirá su importancia si considera que un receptor mal sintetizado, por carencia de cinc, impide la función de cualquiera de las hormonas mencionadas.
Las metalotioneínas son pequeñas proteínas que contienen abundante aminoácido cisteína; por ello son capaces de unirse a muchos iones cinc y controlar la cantidad de dicho metal en el organismo; como, además, pueden de enlazarse a otros metales, intervienen en la desintoxicación de los nocivos metales pesados.
¿Dónde hay este imprescindible metal? En alimentos, como la carne, ricos en proteínas, ya que queda retenido entre las mismas. Y en el intestino delgado abundan las proteínas transportadoras que absorben el ion cinc de la luz intestinal para incorporarlo a nuestro organismo.

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