Cualquiera de nosotros contiene, en su cuerpo, distintos fluidos imprescindibles para la vida. Entre ellos está la sangre, el sudor, la orina, las lágrimas, la saliva, los mocos, la bilis o el líquido menstrual, y cada uno, secretado por distintas partes del organismo, desempeña una función distinta. Tal vez la saliva sea el más fácil de conseguir y manipular; ni hay que agujerear la piel para obtenerla, recuérdese la sangre, ni debemos vencer el asco, como sucede con la orina. Sin esfuerzo podemos obtener una pequeña cantidad, pues disponemos de un mililitro en la boca, y las glándulas salivales secretan entre medio litro y tres cuartos de litro diario, a un ritmo -entre veinticinco y treinta y cinco centésimas de mililitro cada minuto- que alcanza la cota superior antes, durante y después de las comidas.
La saliva es una dispersión líquida, inodora, de viscosidad variable, cuyo pH oscila unas pocas décimas hacia arriba o abajo de seis. La saliva mantiene la salud bucal porque contribuye a la limpieza, protege la mucosa, proporciona protección frente a las caries debido a su acción bactericida, viricida y fungicida, mantiene el pH, diluye los azúcares y equilibra la desmineralización y mineralización dental. ¿Qué componentes tiene? El noventa y nueve por ciento es agua; fijémonos en el uno por ciento restante: en el calcio, disponible para la mineralización del esmalte dental, en el bicarbonato, que neutraliza los alimentos ácidos y en alguna de las más de trescientas proteínas que se han identificado. La ptialina, mucina y los pépticos ricos en prolina son las más abundantes; la primera comienza a digerir el almidón de los alimentos, la segunda es un lubricante imprescindible que facilita la deglución a lo largo del tubo digestivo y proporciona viscosidad, los últimos neutralizan a las toxinas. También están presentes otras proteínas, la lisozima y las cistatinas, que son bactericidas y antimicrobianas; las inmunoglobulinas del sistema inmunitario; la estaterina, que interviene en la mineralización de los dientes; y algunas albúminas. Una sustancia recientemente descubierta (2006) en la saliva humana, un péptido denominado opiorfina, inhibe enzimas que desactivan la encefalina; escrito con otras palabras, se trata de un analgésico -más potente que la morfina- que apaga las señales de información sensorial.
Por último, tengamos presente el interés de los análisis de la saliva; no sólo como indicadores de la concentración de hormonas, drogas o medicamentos en la sangre, sino también como ayuda al diagnóstico de algunas enfermedades.
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