Canales iónicos, curioso vocablo para nombrar a unas proteínas que, como su nombre indica, proporcionan un camino para el paso de iones positivos o negativos desde dentro hacia afuera de una célula, o viceversa. Se encargan de regular tanto la concentración de iones dentro de la célula como su potencial eléctrico (el interior celular es negativo respecto al exterior). Y resultan esenciales; porque la apertura o cierre de los canales en las neuronas permite la entrada y salida de iones; y esto posibilita el transporte de señales eléctricas -de los sentidos al cerebro, por ejemplo, o de éste a los músculos-; también las células musculares se aprovechan de estas proteínas singulares, pues la apertura de canales iónicos desencadena la contracción muscular. La importancia de los canales iónicos presentes en las membranas de las células puede comprobarse: defectos en los genes que codifican las proteínas que constituyen canales causan graves enfermedades: padecen fibrosis quística quienes tienen deteriorado un canal de iones cloro; sufren parálisis en los músculos, si el defecto atañe a un canal de sodio presente en las células musculares.
Potentes toxinas naturales actúan sobre distintos canales de las células humanas. La toxina presente en el pez japonés con el que se hace el muy apreciado fugu (tetrodotoxina) y la que tiene el dinoflagelado causante de las mareas rojas que afectan a los suculentos mariscos (saxitoxina) afectan a los canales iónicos de sodio. El veneno de las letales serpientes mamba (contiene dendrotoxina) interfiere en los canales iónicos de potasio. En ambos casos, la alteración de un canal u otro de las neuronas impide la transmisión de los impulsos nerviosos: sobra comentario alguno sobre su gravedad. La tubocurarina presente en el curare, el letal veneno que tienen las flechas de los indígenas amazónicos, la cobrotoxina de las cobras y la bungarotoxina de las serpientes búngaros (o kraits) impiden el funcionamiento muscular alterando otro canal iónico, el que es activado por la molécula mensajera acetilcolina y está presente en la unión entre las células musculares y las neuronas; cuando se abre este canal, permitiendo el paso de iones sodio, potasio y calcio, se contraen los músculos. Tal vez valoremos mejor la importancia de identificar las sustancias que afectan a los canales iónicos (tanto los venenos como sus antídotos) si recordamos que las mordeduras de serpientes causan alrededor de cien mil muertos al año y el triple de casos de amputación o discapacidad permanente.
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