La observación del firmamento durante una noche estrellada me ha sugerido una pregunta ¿cómo terminará el hermoso espectáculo celeste? Ya que la eternidad me resulta inimaginable prefiero poner un limite al tiempo. ¿Cómo será el universo dentro un gugol de años? Recuérdese que gugol es el número uno seguido de cien ceros; compárese con la edad del universo medida en años, más de uno seguido de diez ceros y menos de uno seguido de once ceros.
Fijémonos primero en qué sucederá a la estrella que nos proporciona energía para que pueda existir la vida. Dentro de unos cinco mil millones de años, el Sol habrá dejado de fusionar hidrógeno, agotado el combustible, expulsará sus capas exteriores y se convertirá en una enana blanca, que se irá enfriando lentamente, hasta dejar de emitir luz y volverse invisible. La enana negra en que se habrá transformado el Sol, después de mil billones de años, estará formado por materia en estado plasma cuya densidad supera un millón de veces la del agua; no colapsa este escombro estelar debido a una curiosa propiedad repulsiva de los electrones que los físicos llaman presión de degeneración.
Averiguado el futuro de la estrella que nos acoge, nos hacemos la misma pregunta sobre nuestra galaxia Vía Láctea. La mayor parte de la materia galáctica acabará engullida por agujeros negros, voraces entes astronómicos que atraen a todo objeto próximo a ellos y que, después de un gugol de años, acaban evaporándose; al hacerlo emiten partículas y antipartículas elementales; cabe pensar que unas terminarán chocando con las otras para dar fotones. ¿Qué habrá entonces en el universo? Un gas extremadamente difuso de fotones. El cosmos será entonces un lugar frío, oscuro y casi vacío.
Recuérdense las escogidas palabras con las que el poeta evoca un final:
Fijémonos primero en qué sucederá a la estrella que nos proporciona energía para que pueda existir la vida. Dentro de unos cinco mil millones de años, el Sol habrá dejado de fusionar hidrógeno, agotado el combustible, expulsará sus capas exteriores y se convertirá en una enana blanca, que se irá enfriando lentamente, hasta dejar de emitir luz y volverse invisible. La enana negra en que se habrá transformado el Sol, después de mil billones de años, estará formado por materia en estado plasma cuya densidad supera un millón de veces la del agua; no colapsa este escombro estelar debido a una curiosa propiedad repulsiva de los electrones que los físicos llaman presión de degeneración.
Averiguado el futuro de la estrella que nos acoge, nos hacemos la misma pregunta sobre nuestra galaxia Vía Láctea. La mayor parte de la materia galáctica acabará engullida por agujeros negros, voraces entes astronómicos que atraen a todo objeto próximo a ellos y que, después de un gugol de años, acaban evaporándose; al hacerlo emiten partículas y antipartículas elementales; cabe pensar que unas terminarán chocando con las otras para dar fotones. ¿Qué habrá entonces en el universo? Un gas extremadamente difuso de fotones. El cosmos será entonces un lugar frío, oscuro y casi vacío.
Recuérdense las escogidas palabras con las que el poeta evoca un final:
“Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lirio bello;
Mientras a cada labio, por cogello,
Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,
Goza cuello, cabello, labio y frente,
Antes que lo que fue en tu edad dorada
Oro, lirio, clavel, cristal luciente,
No sólo en plata o viola troncada
Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”.
No sólo la belleza humana, también el universo acabará “en sombra, en nada”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario