sábado, 2 de abril de 2022

Predeciblemente irracionales


¿Todo ha de ser batallas y asperezas,

discordia, sangre, fuego, enemistades,

odios, rencores, sañas y bravezas,

desatino, furor, temeridades,

rabias, iras, venganzas y fierezas,

muertes, destrozos, riñas, crueldades;

que al mismo Marte ya pondrían hastío,

agotando un caudal mayor que el mío?


Hastío que también abruma al escritor ante la masiva información errónea digital que, incluso para el Foro Económico Mundial, constituye “uno de los principales riesgos para nuestra sociedad”. 
La mayor potencia de los ordenadores, la instauración de internet y el ingente aumento de datos han hecho que la inteligencia artificial ya esté presente en nuestra vida. Los algoritmos con los que opera no sólo son responsables de elegir, en base a nuestro perfil y preferencias anteriores, los anuncios que contemplamos y las noticias que leemos -influyendo, por tanto, en los resultados electorales-, sino también pueden estar detrás del análisis de los créditos que pedimos o de los seguros que solicitamos, de los datos sobre nuestra salud o del filtro de nuestros currículos. Y no es descabellado predecir que la inteligencia artificial guiará nuestros vehículos que, en un futuro, seguramente serán autónomos.
Las noticias falsas se propagan por la red, aun cuando no haya intereses políticos detrás: porque a los algoritmos no les importa la información errónea, simplemente le sirve para atraparnos porque cuadra mejor que la verdad con dos sesgos cognitivos nuestros. El sesgo de la confirmación: buscamos la información que confirme nuestras creencias; si una información refuerza nuestra opinión, aun si nos demuestran que es falsa, es probable que la recordemos como verdadera en el futuro. Y el sesgo de la novedad: prestamos una atención desproporcionada a lo nuevo; y la verdad no es novedosa, ya la hemos escuchado antes con frecuencia: por eso las noticias falsas obtienen veinte veces más retuits en las redes sociales que las verdaderas. Dos mil millones de usuarios de YouTube ven cuarenta minutos de videos al día en promedio, de los cuales los algoritmos recomiendan el setenta por ciento: alrededor del cinco por ciento de las recomendaciones son teorías conspirativas absurdas: dos de cada siete personas en el mundo ven, en promedio, minuto y medio diario de teorías conspirativas absurdas. ¡Inconcebible! En resumen, los algoritmos nos conocen mejor que nosotros mismos; nos muestran nuestra conducta: saben que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a las creencias: somos irracionales, pero predeciblemente irracionales. 

No hay comentarios: