sábado, 21 de noviembre de 2020

¿Son inteligentes algunos mohos?


Un excursionista a menudo ve masas amarillas gelatinosas en los troncos podridos: son mohos de fango, Physarum polycephalum, enrevesado nombre para designar a una célula que contiene millones de núcleos. Conozcamos sus hazañas, porque los mohos del fango son mucho más inteligentes de lo que sospechábamos. 
Resuelve laberintos. Se colocan nutrientes al principio y al final de un laberinto que, previamente, se ha llenado de moho: cuatro horas después, el moho retrae sus ramas de los pasillos sin salida, creciendo exclusivamente a lo largo del camino más corto entre las dos piezas de comida.
El P. polycephalum imita la red ferroviaria de Tokio, así como la red de carreteras de Canadá, Inglaterra y España. Se colocan copos de avena (alimento de los mohos) en las mismas posiciones que las grandes ciudades y se añade moho; al cabo de días, las ramas del moho unirán los copos, casi exactamente igual que las carreteras y vías ferroviarias conectan las ciudades japonesas, europeas o canadienses. En otras palabras, el moho no crece aleatoriamente, sino que emplea las rutas más eficientes. ¿Ayudará a planificar la construcción de las futuras vías de transporte?
El moho utiliza un reloj interno para anticipar futuros cambios ambientales. Se coloca el moho en un ambiente cálido y húmedo (prospera en él); a continuación, cada treinta minutos, se baja repentinamente la temperatura y humedad: el moho, entonces, se arrastra más lentamente. Después de varias pruebas, se deja de cambiar el ambiente, sin embargo, el ritmo del moho se desacelera de todos modos cada treinta minutos. Finalmente, deja de hacerlo.
P. polycephalum es un comedor saludable. Si se coloca en el centro de una circunferencia que contiene once alimentos diferentes, elige la comida que posee un equilibrio óptimo de nutrientes. 
Los mohos han estado en el planeta seiscientos millones de años y quizás más; en aquel momento, ningún organismo había desarrollado cerebro o sistema nervioso. Sin cerebro Physarum polycephalum resuelve laberintos, imita el diseño humano de redes de transporte y elige la comida más saludable de un menú variado; sin cerebro. Physarum polycephalum recuerda, toma decisiones y anticipa cambios, en pocas palabras, se comporta de manera aparentemente inteligente. Hace tanto con tan poco, que representa una alternativa exitosa a la inteligencia basada en el cerebro. En resumen, ha obligado a definir de nuevo los ingredientes que debe tener un ente para ser calificado como inteligente.

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