sábado, 4 de abril de 2020

Efectos fisiológicos de la electricidad


     En el año 1752, Benjamin Franklin llevó a cabo, en Filadelfia, un famoso experimento. Ató un cometa, con esqueleto de metal, a un hilo de seda cuyo extremo llevaba una llave metálica, y lo hizo volar un día de tormenta: halló que la llave cargaba de electricidad un condensador. Demostró así que las nubes contienen electricidad. Tuvo mucha suerte porque, un año después, el profesor Georg Wilhelm Richmann efectuó pruebas semejantes… con menos fortuna: un rayo lo electrocutó; recibió una descarga eléctrica mortal durante el experimento (cincuenta mil amperios es la intensidad media de un rayo). Sólo queda por agregar que, gracias a estos intrépidos experimentadores, se fabricaron los primeros pararrayos.
     ¿Cómo nos afecta la electricidad? Sabemos que la corriente eléctrica produce lesiones e incluso la muerte; pero antes de continuar recordaré el significado de tres magnitudes eléctricas fundamentales: la intensidad de corriente (los amperios) mide la cantidad de electricidad que circula; la resistencia determina el grado de dificultad que halla la corriente eléctrica en su camino; y la diferencia de potencial (los voltios), si uso un símil hidráulico, sería la presión del agua circulante, proporcionada por una bomba o una diferencia de nivel. El valor de la resistencia eléctrica de un cuerpo humano no sólo depende del valor de la diferencia de potencial, sino también de cuánto tiempo la corriente atraviesa el cuerpo y del grado de humedad de la piel; tomando como referencia la resistencia de una mano con la piel seca, una corriente alterna a la frecuencia de la red (cincuenta hertzios) y una red doméstica (doscientos treinta voltios) se han establecido los siguientes valores: el cinco por ciento de la población tiene una resistencia inferior a mil ohmios y el cinco por ciento superior a dos mil ciento veinticinco. La intensidad de corriente que atraviesa a alguien depende del resultado de la división entre doscientos treinta voltios y la resistencia del cuerpo. Hasta quince miliamperios -umbral que marca la incapacidad para soltar un cable- se notan cosquilleos; de quince a cincuenta miliamperios -límite al que aparece la fibrilación ventricular- se aprecian contracciones involuntarias e, incluso, se llega a la inconsciencia; entre cincuenta miliamperios y un amperio el choque eléctrico es grave: se produce fibrilación ventricular, paro cardíaco reversible, quemaduras y riesgo de muerte; de uno a cinco amperios, el accidentado presenta quemaduras muy graves, parada cardíaca y la muerte es probable. ¡Sea precavido quien use la electricidad!

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