Entre
los espectáculos más hermosos que puede ofrecernos el cielo
nocturno se encuentran las lluvias de estrellas de exótico nombre,
Perseidas, Oriónidas, Táuridas. Al contrario que el firmamento
ordinario, que se nos aparece a simple vista como inmutable, las
estrellas fugaces acaparan nuestra atención por la rapidez con que
se mueven y por la sorpresa que nos causan esos fragmentos de
material extraterrestre cuando los vemos morir derrochando luz.
Si nuestros ojos fuesen
más sensibles, el cielo nocturno se nos presentaría en todo momento
como una intensa lluvia de luz, sólo que, en este caso, no serían
minúsculos trozos de cometas de
apenas milímetros de tamaño. La Tierra sufre de manera
constante el bombardeo de los rayos cósmicos, partículas de alta
energía que, al impactar contra la atmósfera, emiten un tenue y
ultrarrápido destello de luz azulada. Esta radiación se genera
porque, al chocar contra las moléculas del aire, los rayos cósmicos
generan partículas cuya velocidad supera a la de la propia luz en la
atmósfera. Como consecuencia, se produce una onda de choque -la luz
de Cherenkov-, análoga al estallido acústico que tiene lugar cuando
un avión rompe la barrera del sonido.
El estudio de los rayos
cósmicos ha contribuido de manera fundamental a nuestra comprensión
del universo; de hecho, fue precursor de la física de partículas,
la ciencia que nos informa sobre los componentes elementales del
universo y las fuerzas que actúan entre ellos. Construimos
gigantescos aceleradores de partículas, como el Gran Colisionador de
Hadrones (LHC), para observar los sucesos que ocurren durante los
choques y obtener conocimientos sobre la estructura de la materia.
Sin embargo, las energías que se obtienen con ellos palidecen en comparación
con las que se alcanzan en los aceleradores naturales, de donde
proceden algunos rayos cósmicos; porque en el universo existen
desmesurados cataclismos que los producen. Ese universo violento en
nada se parece al firmamento inmutable, al que nos tiene
acostumbrados la astronomía tradicional; se trata de un universo
rápido, dinámico y sorprendente, en el que mundos ora agonizan en
explosiones estelares inconcebibles, ora son engullidos por
gigantescos agujeros negros en pantagruélicos festines o bien se
convierten en enormes dinamos en rápida rotación que emiten
ingentes cantidades energía. Ese universo es explorado por la
moderna astronomía de astro-partículas (o de altas energías), y a
él podemos acceder gracias a la captación de la radiación de
Cherenkov producida por los rayos cósmicos al entrar en la
atmósfera.
2 comentarios:
somos unos ignorantes.
Estimado amigo
Comparto tu reflexión. Se me ocurre evocar las palabras del poeta:
Cuanto contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado.
El amor y la pena
despiertan en mi pecho una ansia ardiente…
Morada de grandeza,
templo de caridad y hermosura,
mi alma, que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel, baja, oscura?
Saludos
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