sábado, 2 de marzo de 2019

Dehesas


Las cuatro elegías tituladas “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” constituyen una de las más destacadas composiciones poéticas españolas; Federico García Lorca las dedicó a su amigo torero, muerto en 1934 a causa de una cornada. Presente en numerosas religiones y símbolo de fuerza y de fertilidad, el toro forma parte de la civilización occidental y de la cultura española en particular. Conocemos los hogares de los toros domésticos, los establos, pero probablemente ignoramos el hábitat de los toros bravos, protagonistas de las corridas.
La dehesa, entre tres y medio y cinco millones de hectáreas localizadas en Extremadura, Andalucía y Castilla, es uno de los ecosistemas más singulares de la península ibérica; a semejanza de la sabana, está formada por enormes praderas de gramíneas salpicadas con árboles dispersos, que contienen dos estratos vegetales: el arbóreo constituido por especies del género Quercus (fundamentalmente encinas, alcornoques y quejigos productores de bellotas) y el herbáceo, más variado. Además de toros de lidia y caballos pura sangre, de raza española, las dehesas acogen ochocientos mil cerdos ibéricos, ocho millones de ovejas, tres millones de cabras y más de un millón de vacas esparcidos entre dieciséis millones de alcornoques. Y no he mencionado a las especies cinegéticas ni las aves domésticas.
El origen de dehesa se remonta a hace unos seis mil años, mucho antes de los periodos romano y medieval, cuando el hombre neolítico intervino en el bosque mediterráneo original, poco aprovechable para sus necesidades, y eliminó parte de la masa arbolada para conseguir espacios abiertos en donde pacer el ganado. Su expansión se remonta a la Edad Media, y el vocablo hace referencia a un terreno acotado y dedicada a pastos, a los que acudían los ganados trashumantes en invierno. Resultado de la evolución del bosque primigenio en el que se ha establecido un equilibrio entre los árboles y los pastos, la dehesa es un sistema de explotación ganadera ocupado por pastizal y arbolado productor de bellota y corcho. La dehesa, en resumen, es un ecosistema generado por el hombre cuando éste eliminó parte de la cobertura arbustiva del bosque original para compatibilizar la actividad económica forestal con la ganadera. Respuesta humana ante los suelos pobres y el clima hostil, constituye un ejemplo de equilibrio natural entre la explotación del bosque y su conservación.
Afortunadamente, no siempre la intervención humana sobre un ecosistema resulta desastrosa.

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