sábado, 22 de diciembre de 2018

Tejidos vegetales


Summer, Egipto, China y la cultura del valle del Indo son las civilizaciones más antiguas; los escritos de las tres primera pueden leerse, no los de la cuarta, indescifrables hasta la fecha; no obstante, sabemos que los harappeos -así se llamaban sus habitantes- domesticaron la gallina, tal vez inventaron el ajedrez, descubrieron una fuente de energía no muscular, el molino de viento, quizá cultivaron el arroz y cosecharon el algodón. Pericles, Sócrates y los demás griegos –a pesar de su sabiduría- desconocieron el algodón hasta la época de Alejandro Magno; lo sabemos porque un contemporáneo suyo escribió, suponemos que admirado, "hay árboles [en la India] donde crece la lana”. Del entrañable cultivo de algodón, el hilo del razonamiento me conduce al universo de los tejidos, aunque tengo que aclarar a qué clase de tejidos me refiero porque en nuestro idioma hay, por lo menos, dos significados del vocablo: el biológico y el textil. Al primero me voy a referir.
A medida que un animal o planta se desarrolla, la mayor parte de sus células se especializa, es decir, despliega la capacidad de realizar especialmente bien alguna función vital. Un tejido es, entonces, el conjunto de células de un ser vivo que cooperan para llevar a cabo una o varias funciones específicas dentro de un organismo; los tejidos, a su vez, también se asocian, para formar órganos y éstos para constituir sistemas.
Tal vez porque nosotros pertenecemos al reino animal, los tejidos (nervioso, muscular o epitelial) nos son conocidos, no sucede lo mismo con los vegetales. En el paleozoico, las plantas dejaron el mar y conquistaron la tierra; el nuevo medio ofrecía ventajas: más luz y dióxido de carbono; pero también inconvenientes: los relacionadas con la obtención de agua, con la posición erguida y con la dispersión de las semillas en el aire. Para solventarlos, las plantas formaron tejidos complejos: los tejidos vegetales de protección, como la epidermis, permiten resistir la sequedad del ambiente, controlar la transpiración del agua y regular el intercambio gaseoso; dos tejidos conductores transportan el agua y las disoluciones por la planta; el parénquima, que hace la fotosíntesis y sirve de almacén de sustancias, constituye una gran proporción de los tejidos vegetales vivos; para mantenerse erguidas, las plantas tienen dos tejidos de sostén; finalmente, los meristemos son tejidos que, además de formar los embriones de las semillas, están activos durante toda la vida del vegetal, permitiendo así su crecimiento.

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