En
el año 2018, los periódicos airearon que los científicos habían descubierto un
órgano humano nuevo [el intersticio]. El origen de la información estaba en una
nota de prensa publicada en el servicio de noticias científicas EurekAlert!. Ahora
bien, el intersticio se conoce desde hace dos siglos, y los expertos no están
convencidos que deba considerarse un órgano. Mark Westneat, investigador de la
Universidad de Chicago, afirma: “La idea de que es un órgano nuevo en el cuerpo
humano es claramente falsa”; James Williams, director del Laboratorio de
Anatomía Humana de la Universidad Rush (EEUU), asegura: “Los únicos órganos que
se hacen estos días son los que aparecen sobre el escenario y hacen música”.
¿Qué
es el intersticio, culpable del desafuero científico-periodístico? Las células
del cuerpo humano no están selladas entre sí, como los ladrillos de una casa,
sino que existen espacios entre ellas. Este espacio recibe el nombre de
intersticio -o espacio intersticial- y presenta una red de cavidades de
colágeno y elastina, rellenas de líquido, que podría recordar a una esponja.
Ambas proteínas, el colágeno y la elastina, que le dan fuerza y elasticidad,
respectivamente, forman un entramado que, relleno de líquido, se halla bajo la
piel, recubre otros órganos y funciona como un amortiguador para los
movimientos de las vísceras, músculos y vasos sanguíneos. Aglutinaría más de un
quinto de todo el fluido de nuestro organismo; compárese los doce litros del
líquido intersticial –la linfa también se considera parte de él- con los tres
litros de plasma. El líquido intersticial, además de bañar las células,
proporciona un medio de reparto de materiales y de eliminación de desechos
metabólicos, y facilita un camino para la comunicación intercelular; como es
lógico su contenido difiere ligeramente de unos a otros tejidos.
Y
ahora fijémonos en el artículo “Estructura y distribución de un intersticio no
reconocido en tejidos humanos”, publicado en 2018 por Petros C. Benias y otros
investigadores, cuya mala interpretación originó el debate. Si bien la anatomía
y la composición del espacio intersticial se comprenden –aclaran los autores-
la existencia, ubicación y estructura de los espacios se han descrito
vagamente. Los avances en microscopía en vivo han permitido identificar nuevas
estructuras anatómicas; con ese fundamento los autores presentan un novedoso
espacio intersticial constituido por un entramado de haces de proteínas. ¡Nada más!
Al
escritor le parece exagerada la noticia periodística de que se ha descubierto
un nuevo órgano humano.
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