sábado, 15 de septiembre de 2018

Nuevo órgano humano


En el año 2018, los periódicos airearon que los científicos habían descubierto un órgano humano nuevo [el intersticio]. El origen de la información estaba en una nota de prensa publicada en el servicio de noticias científicas EurekAlert!. Ahora bien, el intersticio se conoce desde hace dos siglos, y los expertos no están convencidos que deba considerarse un órgano. Mark Westneat, investigador de la Universidad de Chicago, afirma: “La idea de que es un órgano nuevo en el cuerpo humano es claramente falsa”; James Williams, director del Laboratorio de Anatomía Humana de la Universidad Rush (EEUU), asegura: “Los únicos órganos que se hacen estos días son los que aparecen sobre el escenario y hacen música”.
¿Qué es el intersticio, culpable del desafuero científico-periodístico? Las células del cuerpo humano no están selladas entre sí, como los ladrillos de una casa, sino que existen espacios entre ellas. Este espacio recibe el nombre de intersticio -o espacio intersticial- y presenta una red de cavidades de colágeno y elastina, rellenas de líquido, que podría recordar a una esponja. Ambas proteínas, el colágeno y la elastina, que le dan fuerza y elasticidad, respectivamente, forman un entramado que, relleno de líquido, se halla bajo la piel, recubre otros órganos y funciona como un amortiguador para los movimientos de las vísceras, músculos y vasos sanguíneos. Aglutinaría más de un quinto de todo el fluido de nuestro organismo; compárese los doce litros del líquido intersticial –la linfa también se considera parte de él- con los tres litros de plasma. El líquido intersticial, además de bañar las células, proporciona un medio de reparto de materiales y de eliminación de desechos metabólicos, y facilita un camino para la comunicación intercelular; como es lógico su contenido difiere ligeramente de unos a otros tejidos.
Y ahora fijémonos en el artículo “Estructura y distribución de un intersticio no reconocido en tejidos humanos”, publicado en 2018 por Petros C. Benias y otros investigadores, cuya mala interpretación originó el debate. Si bien la anatomía y la composición del espacio intersticial se comprenden –aclaran los autores- la existencia, ubicación y estructura de los espacios se han descrito vagamente. Los avances en microscopía en vivo han permitido identificar nuevas estructuras anatómicas; con ese fundamento los autores presentan un novedoso espacio intersticial constituido por un entramado de haces de proteínas. ¡Nada más!
Al escritor le parece exagerada la noticia periodística de que se ha descubierto un nuevo órgano humano.

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