En
2016 leí un artículo científico delicioso, no sé si por lo bien explicado y
acertado del resumen -Adam Riess, uno de sus coautores, es premio Nobel de
física-, o por el interés del contenido. Trataba del futuro del universo. El
informado lector sabe que las galaxias y cúmulos de galaxias se alejan entre
sí, mejor dicho, que el espacio en el que están insertadas tales estructuras
cósmicas se estira; pero no lo hace con velocidad uniforme, a medida que pasa
el tiempo, la expansión cósmica se vuelve más rápida; dicho con otras palabras,
las galaxias se alejan hoy más rápido que ayer. ¿Por qué? Se suele usar el
término energía oscura para referirse al agente responsable de la fuerza
repulsiva que, aparentemente, está desgarrando al universo; los físicos han
propuesto tres hipótesis para explicar su misteriosa naturaleza. La primera
hipótesis, la más popular, postula que la energía oscura proviene del propio
espacio; la fuerza gravitatoria asociada a la energía del espacio vacío sería repulsiva
y actuaría del mismo modo que la constante cosmológica que usó Albert Einstein
en la teoría de la relatividad general (y después desechó). La segunda
hipótesis apunta a que la energía oscura podría deberse a una energía -los
expertos la denominan quintaesencia- que impregna todo el universo; tal energía,
que puede cambiar a lo largo del tiempo, ejercería un efecto que contrarrestaría
a la gravedad. Una tercera hipótesis arguye que la energía oscura no existe y
que la expansión acelerada del universo se debe a un comportamiento desconocido
de la gravedad a grandes distancias: la gravedad atrae a las distancias galácticas
habituales y a grandes distancias, repele. Cada una de las tres hipótesis pronostica un futuro diferente;
si es cierta la primera, las galaxias y cúmulos de galaxias se separarán para
siempre; si la segunda representa lo que ocurre en el universo existen dos
posibilidades, según aumente o disminuya la quintaesencia: un Gran desgarro o
una Gran implosión. Si debemos recurrir a la tercera, por ahora, sólo cabe
alegar ignorancia.
Tras
estudiar el problema desde hace un par de décadas los físicos han constatado
que, en la actualidad, la respuesta a la pregunta inicial por qué se acelera la
expansión cósmica sigue envuelta en un halo de misterio. El escritor espera con
ilusión que, dentro de poco, el progreso de la astronomía nos revele el futuro
del universo. ¡Nada menos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario