sábado, 11 de febrero de 2017

Energía oscura


En 2016 leí un artículo científico delicioso, no sé si por lo bien explicado y acertado del resumen -Adam Riess, uno de sus coautores, es premio Nobel de física-, o por el interés del contenido. Trataba del futuro del universo. El informado lector sabe que las galaxias y cúmulos de galaxias se alejan entre sí, mejor dicho, que el espacio en el que están insertadas tales estructuras cósmicas se estira; pero no lo hace con velocidad uniforme, a medida que pasa el tiempo, la expansión cósmica se vuelve más rápida; dicho con otras palabras, las galaxias se alejan hoy más rápido que ayer. ¿Por qué? Se suele usar el término energía oscura para referirse al agente responsable de la fuerza repulsiva que, aparentemente, está desgarrando al universo; los físicos han propuesto tres hipótesis para explicar su misteriosa naturaleza. La primera hipótesis, la más popular, postula que la energía oscura proviene del propio espacio; la fuerza gravitatoria asociada a la energía del espacio vacío sería repulsiva y actuaría del mismo modo que la constante cosmológica que usó Albert Einstein en la teoría de la relatividad general (y después desechó). La segunda hipótesis apunta a que la energía oscura podría deberse a una energía -los expertos la denominan quintaesencia- que impregna todo el universo; tal energía, que puede cambiar a lo largo del tiempo, ejercería un efecto que contrarrestaría a la gravedad. Una tercera hipótesis arguye que la energía oscura no existe y que la expansión acelerada del universo se debe a un comportamiento desconocido de la gravedad a grandes distancias: la gravedad atrae a las distancias galácticas habituales y a grandes distancias, repele. Cada una de  las tres hipótesis pronostica un futuro diferente; si es cierta la primera, las galaxias y cúmulos de galaxias se separarán para siempre; si la segunda representa lo que ocurre en el universo existen dos posibilidades, según aumente o disminuya la quintaesencia: un Gran desgarro o una Gran implosión. Si debemos recurrir a la tercera, por ahora, sólo cabe alegar ignorancia.

Tras estudiar el problema desde hace un par de décadas los físicos han constatado que, en la actualidad, la respuesta a la pregunta inicial por qué se acelera la expansión cósmica sigue envuelta en un halo de misterio. El escritor espera con ilusión que, dentro de poco, el progreso de la astronomía nos revele el futuro del universo. ¡Nada menos!

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