Admiro
profundamente a los eruditos que son capaces de discernir los acontecimientos fundamentales
de los accesorios en la sociedad en la que viven; humanistas como Heródoto de
Halicarnaso en el siglo V antes de la era cristina o como Ryszard Kapuscinski
en el siglo XX; me deleito con la lectura de sus escritos, porque me permiten
entender sus épocas; y, por extensión, la diversidad de los humanos. En 2010
los editores de la revista Investigación y Ciencia, presuntos emuladores de
ambos sabios, titulaban una serie de artículos “Doce acontecimientos que
cambiarían todo”. Creo que exageraban; y los argumentos que uso para hacer esta
valoración los hallo en el libro “La rebelión de las masas” de José Ortega y Gasset:
se queja el filósofo de la osadía de los especialistas que, conscientes de su
conocimiento supremo en su disciplina, pretenden ser sabios en todo.
No
me resisto a citar los doce sucesos mencionados. Cuatro de ellos, resultarían apasionantes
para los científicos, pero el descubrimiento de dimensiones espaciales extra poco
afectaría a los hábitos humanos, tampoco se celebraría fuera de los
laboratorios la creación de una bacteria sintética; la superconductividad a
temperatura ambiente supondría un ahorro considerable de energía, incluso
trenes mucho más rápidos, pero poco importaría a un profano; y de la misma
manera que la energía de fisión no afectó al devenir de las sociedades humanas
(sí, las bombas atómicas), sucedería lo mismo con la energía de fusión. Las
grandes catástrofes, como es lógico, perturbarían la vida civilizada: un conflicto
nuclear, el impacto de un asteroide, pandemias mortíferas, grandes terremotos o
la fusión de los casquetes polares. No me voy a referir a ellas, porque humildemente considero
que sólo tres de los doce sucesos seleccionados afectan a la esencia del ser
humano. La construcción de máquinas conscientes nos planteará problemas como: ¿Tendrán
derechos las máquinas? ¿Asumiremos que una máquina pueda ser más inteligente
que nosotros? ¿Un híbrido máquina-humano será el siguiente paso de la evolución
de la inteligencia en nuestro planeta? La clonación de seres humanos llevaría
aparejado dilemas jurídicos como ¿Es lícito clonar a alguien? ¿Un millonario o
un déspota podrían hacer tantos clones de sí mismo como quisieran? ¿Sería
lícito hacer un clon sin cerebro para proporcionar órganos? Por último, si
recibiéramos un mensaje de una inteligencia extraterrestre. ¿Sería prudente responder?
¿Quién lo haría? ¿Qué diría?
El
lector inteligente ya ha comprobado que oso hacer preguntas a las que no tengo
respuesta.
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