El
escritor, aunque bisoño en sociología, cree que hay anécdotas que retratan el
temperamento de los naciones. Hoy sabemos que el chocolate es un estimulante;
no sucedía lo mismo en el siglo XVIII, franceses e ingleses lo consideraban un
afrodisíaco. Ante ese hecho la reacción de ambos pueblos era muy distinta: mientras
que los franceses bebían el chocolate sin prevención y les preocupaba el café (sus
médicos aseguraban que los dejaba impotentes); los ingleses estaban muy
tranquilos con respecto al café, pero les inquietaba el efecto que el chocolate
pudiera ejercer sobre la castidad de sus mujeres.
Convencido
ya de la importancia del alimento de dioses -así consideraban los aztecas al
cacao-, voy a contar un curioso experimento con caracoles que aparece descrito en
el Journal of Experimental Biology. Se cazan unos cuantos caracoles y se
dividen en dos grupos: a los del primer grupo se les permite acceder a
epicatequina, un componente del cacao, a los del segundo grupo, no; a ambos se
les enseña a aguantar la respiración en agua sin oxígeno. El resultado del
experimento me ha sorprendido: los catadores del chocolate recordaban el hábito
más de un día, los otros apenas tres horas. No se ilusione el desmemoriado
lector: tendría que tomar varias tabletas de chocolate para alcanzar las dosis
empleadas pues el cacao que toma habitualmente ha perdido la mayor parte de su epicatequina
en el procesamiento.
Continúo con el chocolate, pero cambio
los arrastrados moluscos por los erguidos humanos, concretamente, me fijo en
quienes, ya superados los cincuenta años, deben esmerarse para aprender cosas
nuevas y recordar nombres. Resumo ahora un estudio de Scott A. Small, publicado
en Nature Neuroscience. Voluntarios con edades comprendidas entre cincuenta y
sesenta y nueve años mostraron una mejoría equivalente a un rejuvenecimiento de
treinta años, después de tomar una dieta rica en epicatequina (novecientos
miligramos diarios) durante tres meses. Los participantes que tenían una
memoria típica de una persona de sesenta años al inicio del ensayo, después de
tres meses de consumo de una bebida rica en flavonoides (la epicatequina es un
flavonoide antioxidante) mostraban una mejoría en su memoria que los equiparaba
a las personas de treinta o cuarenta. El investigador había demostrado la
eficacia del compuesto para revertir las pérdidas de memoria normales asociadas
a la edad, ésas que, a partir de los cincuenta, obligan a poner mucho
empeño en aprender y recordar nombres nuevos.