sábado, 25 de julio de 2015

Los adultos también fabrican neuronas


Santiago Ramón y Cajal, el fundador de la neurociencia moderna, concluyó, tras una meticulosa observación de las neuronas, que: “las vías nerviosas son algo fijo, acabado, inmutable. Todo puede morir, nada renacer”. Dicho con otras palabras, un cerebro humano adulto no puede formar neuronas nuevas; esa idea ha constituido un principio fundamental de la neurobiología moderna. Incluso la lógica parecía apoyarla: si el cerebro almacena información en redes neuronales, insertar células en medio podría anular nuestra capacidad para recuperar la información y, en consecuencia, podría alterar los recuerdos. Como sucede a menudo en la ciencia, nuevos datos, que complementan a los antiguos, contradicen la lógica. Se han aportado pruebas contundentes de que algunas regiones del cerebro adulto siguen formando neuronas a lo largo de toda la vida.

¿Qué función cumplen las neuronas nuevas? Las del hipocampo (una región del cerebro que interviene en el aprendizaje, la memoria y las emociones) participan en la capacidad para distinguir experiencias parecidas. Para que los recuerdos no se mezclen, el cerebro codifica las características de los sucesos de tal manera que puedan distinguirse unos de los otros, un proceso que los expertos llaman separación de patrones. Mazen Kheirbek y René Hen han elaborado una hipótesis para explicar cómo lo hacen. Las nuevas neuronas refuerzan los detalles que diferencian la experiencia antigua de la nueva similar; ayudan, por lo tanto, a registrar los recuerdos como únicos y a evitar confundirlos con los posteriores; permiten así diferenciar los escenarios potencialmente peligrosos de otros semejantes, carentes de riesgo. Sin neuronas nuevas, los acontecimientos novedosos se solaparían con los recuerdos de los antiguos, se confundiría la percepción de ambos: reinaría la confusión.

¿Cuál será, entonces, la consecuencia de una producción insuficiente de neuronas nuevas? El fomento de los trastornos de ansiedad. Dicho con otras palabras, la ausencia de separación de patrones puede hacer que una persona confunda una situación sin riesgo con una vivencia atemorizante vivida en el pasado. Una sugerente observación apoya esta conclusión: los tratamientos que frenan la formación de neuronas suprimen los efectos ansiolíticos del fármaco Prozac. Si la hipótesis de los profesores Kheirbek y Hen fuera cierta, favorecer la aparición de neuronas nuevas ayudaría a corregir los defectos producidos en la separación de patrones, fallos que pueden desencadenar pánico (trastorno por estrés postraumático) o provocar ansiedad. Optimistas, albergamos la esperanza que futuros fármacos -que favorezcan la neurogénesis- alivien a los sufridos pacientes de estas patologías.

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