sábado, 7 de marzo de 2015

El tamaño de los animales


Una ley biológica, enunciada por Carl Bergmann, establece que las razas geográficas de una especie animal de sangre caliente –piénsese en aves y mamíferos- tienen mayor tamaño cuanto más baja sea la temperatura media del ambiente en que viven; lo que quiere decir que el cuerpo de las distintas razas o especies de osos y focas, pingüinos o halcones es mayor si viven en climas fríos que si moran en ambientes calurosos. ¿La explicación? Los animales grandes pierden menos calor por radiación debido a que tienen una superficie en proporción a su volumen menor que la de los animales pequeños. Como no podía ser de otra manera, las leyes de la física imponen restricciones a la anatomía de los seres vivos. Esta disquisición sobre el tamaño de un animal me sugiere una pregunta, ¿la supervivencia se consigue mejor con un tamaño menor o mayor? ¿Apostaríamos por elefantes de doce toneladas, ballenas de ciento ochenta, calamares de una, almejas de doscientos veinte kilos o cangrejos de veinte?, ¿o bien por arañas de medio milímetro, avispas de una décima y garrapatas un poco menores?

Si exigimos un medio ambiente relativamente estable el tamaño grande presenta indudables ventajas para el animal: tiene menos riesgo de ser comido y, al tener una vida más larga, aumentan las posibilidades de aprender y recordar comportamientos complejos, ya sea en la búsqueda de alimentos, agua o refugio ya en el cuidado de las crías; además, al mejorar la regulación de la temperatura, puede vivir no sólo en climas cálidos, sino también en los fríos o templados. Los inconvenientes del tamaño se presentan si eliminamos la exigencia del ambiente estable; después de cualquier catástrofe natural, como podría ser una erupción volcánica, una inundación, una sequía o un incendio, la escasez de recursos favorece la vida de los animales de menor tamaño, sencillamente porque necesitan menos alimentos o agua para sobrevivir.

No debe dudarse de que los organismos se adaptan a los principios físicos y se hallan constreñidos por ellos, otra manera de indicar que contienen características previsibles; pero esta previsibilidad puede inducir al error. Desengáñese el lector erudito: la teoría de la evolución no es determinista, contiene elementos de caos; aclararé esta última afirmación con un ejemplo: quizá se pueda predecir que el guepardo y la gacela corran cada vez más rápido, pero la teoría es incapaz de predecir la existencia de guepardos y gacelas (Stephen Jay Gould dixit).

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