sábado, 20 de diciembre de 2014

La Tierra, un imán cambiante


Los antiguos marinos se valieron de la brújula para orientarse en el mar; aunque nos cuesta un considerable esfuerzo mental recelar de la estabilidad de los polos magnéticos, sabemos que no siempre han estado donde los encontramos hoy, algunas veces el norte se muestra en el sur, otras aparece en cualquier lugar, incluso puede hallarse duplicado. Que nadie albergue dudas sobre la ubicación del norte geográfico, me refiero al norte magnético, al lugar que señala la brújula.

Desde hace más de un siglo los geofísicos observan un debilitamiento de la intensidad del magnetismo terrestre; si continuara, dentro de un millar y medio de años se anularía; aunque la anomalía probablemente sólo sea otro aspecto de su variabilidad, no puede descartarse que presagie su inversión, un fenómeno que ya ha ocurrido cientos de veces. Sabemos que los polos del campo magnético terrestre pueden estar en dos lugares: el habitual, en el cual las brújulas se dirigen al norte geográfico (al ártico) y el invertido en el cual se dirigen hacia el sur. Cierto, durante un cuarto de millón de años –el tiempo medio entre dos inversiones- el magnetismo del planeta se mantiene estable; pero durante el tiempo que tarda en producirse la transición –de cuatro mil a diez mil años–- aparecen inestabilidades. En las épocas estables –como la actual- la Tierra se comporta como un imán permanente ligeramente inclinado con respecto a su eje de rotación (técnicamente diríamos que constituye un dipolo); pero durante la inversión pueden aparecer varios polos norte y sur en cualquier lugar del globo. A falta de un conocimiento más profundo del fenómeno, los científicos sospechan que la causa de las inversiones yace escondida a tres mil kilómetros bajo el ilustrado lector, en el núcleo externo, una masa de metal fundido que gira lentamente, aprisionada entre el manto de la Tierra y el núcleo interno sólido; el movimiento –la convección- del hierro líquido (cuyo volumen quintuplica con creces el volumen de la Luna) engendra el campo magnético; en pocas palabras, si bien desconocen el mecanismo exacto del funcionamiento los investigadores conjeturan que el núcleo externo se comporta como una dinamo, el dispositivo que convierte la energía cinética de sus partes móviles en energía magnética.

Sabemos que el tiempo medio entre dos inversiones del campo magnético dura doscientos cincuenta mil años y que la última inversión ocurrió hace setecientos ochenta mil, por lo que sospechamos que una nueva inversión no tardará en producirse. Receloso, me pregunto cuándo.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

1º En los últimos dos siglos, la intensidad del campo magnético terrestre ha disminuido, de media, alrededor del nueve por ciento.
2º Entre África y Sudamérica se ha formado una región (conocida como anomalía del Atlántico Sur) de menor intensidad magnética; sin embargo, el descenso entra dentro de lo que se consideran niveles de variación normales.
3º Hasta el momento se ignora el origen de la anomalía.

Saludos