La enfermedad que los científicos conocen como
oncocercosis ha dejado ciegas a medio millón de personas contemporáneas
nuestras: así de rotundas son las cifras. En 2005 ciento cuarenta mil
suramericanos estaban infectados por el gusano causante de la ceguera de los
ríos, nombre popular de la impronunciable oncocercosis; en 2013 el último
refugio del parásito en América está entre los yanomami, unos veintitrés
mil indígenas que viven en la selva que se extiende por la frontera de Brasil con
Venezuela. Es fácil ver que la enfermedad mora entre ellos: muchos yanomami
lucen en sus cabezas un nódulo, nódulo constituido por un ovillo de gusanos
reproduciéndose bajo la piel; en cada uno de estos chichones los gusanos
adultos producen multitud de gusanitos que viajan por todo el cuerpo. El picor
es lo primero que sienten los enfermos al despertarse y lo último antes de
dormirse: la vida se convierte en un infierno. En algunos casos, los gusanitos
(las microfilarias) llegan a los ojos y producen la ceguera.
En
una decisión sin precedentes, la multinacional farmacéutica Merck se
comprometió, en 1987, a donar todo el antiparasitario que hiciera falta para
acabar con la enfermedad en el mundo. Desde entonces, la compañía ha donado fármacos
por valor de cuatro mil millones de euros. El fármaco, la ivermectina, no mata
a los gusanos adultos, pero sí extermina a las crías que viajan por el cuerpo;
así, cuando las moscas negras –así se llaman los mosquitos transmisores del
parásito- pican a una persona tratada, chupan una sangre limpia y se impide la
transmisión de la enfermedad. Si el tratamiento se mantiene durante unos tres
años, los gusanos adultos acaban muriendo.
¿Qué
opinan los indígenas? Asocian la ceguera con un espíritu del Sol y creen que
sólo el chamán puede curarla. Afortunadamente para los yanomami, y a pesar de
la dificultad del acceso a sus comunidades, los médicos les han llevado, en helicóptero,
el tratamiento contra la oncocercosis: “Siempre nos reciben bien, porque con
nosotros trabajan agentes yanomami”, “Los médicos somos aceptados en una
jerarquía similar a la de sus chamanes”. Mauricio Sauerbrey, director del
Programa para la Eliminación de la Oncocercosis en las Américas, se muestra
optimista: espera que, alrededor de 2020, América habrá vencido a la
oncocercosis; sin embargo, en África central y occidental la enfermedad todavía
es un grave problema de salud pública… la guerra contra el gusano Onchocerca
volvulus continúa.
1 comentario:
El autor del blog se alegra del motivo por el que concedieron el nóbel de medicina del año 2015: unos descubrimientos de nuevas terapias contra las enfermedades causadas por gusanos nematodos parásitos; una de ellas es la oncocercosis.
Humildemente, desea felicitar a los galardonados, William Cecil Campbell y Satoshi Ōmura.
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