Dormir
sigue siendo un misterio. ¿Por qué los mamíferos y los pájaros permanecen
vulnerables una parte tan larga de sus vidas? Negar el sustento produce perjuicios
en el cuerpo de un animal, pero ¿qué daño sufre si se le priva del sueño? Es evidente,
empero, que algo funciona mal: si se impide dormir a una rata será incapaz de
mantener el calor corporal y morirá en tres semanas sin que pueda detectarse
daño fisiológico alguno; de igual manera si se mantiene insomne a un humano, su raciocinio se
desmorona. Y no hay una única explicación, sino muchas teorías. La mayoría de
los investigadores cree que dormir resulta beneficioso para el cerebro, quizá
porque ofrece a las neuronas una oportunidad para recuperarse: después de todo,
se sabe que los durmientes reducen su metabolismo. Hay quienes proponen, en
cambio, que dormimos para olvidar y que los sueños son el acto de eliminar la
basura mental. Incluso hay quienes argumentan que dormimos para consolidar los
recuerdos.
Los
neurólogos han averiguado que las lesiones en el hipotálamo provocan insomnio;
y deducen de ello que esta estructura cerebral, que interviene también en la
regulación de la temperatura, es el centro regulador del sueño. Si muchos
animales sueñan, a pesar de los inconvenientes, cabe pensar que dormir presente
ventajas. ¿Cuáles? James Krueger ha efectuado unas observaciones que le
conducen a plantear una hipótesis inédita: el beneficio está ligado al sistema
inmunitario. Las ratas privadas de sueño tienen bacterias patógenas que el
sistema inmunitario suprimiría en condiciones normales y que en estas
condiciones matan a los exhaustos animales; debido a que son incapaces de tener
fiebre, que sería la respuesta normal a la infección. Sí, la privación
prolongada del sueño parece suprimir peligrosamente la acción del sistema inmunitario.
Las influencias entre el sueño y el sistema inmunitario son recíprocas: sabemos
que las infecciones causan somnolencia; aun más, Krueger ha demostrado que
varias moléculas que regulan la respuesta inmune pueden inducir el sueño. Otros
investigadores analizaron la sangre de dos grupos de adultos: en uno los
sujetos dormían normalmente, en el otro se les mantenía insomnes durante veintinueve
horas: hallaron que el número de glóbulos blancos de ambos grupos variaba
radicalmente. A pesar de las observaciones, muchos fisiólogos consideran poco
fundada esta hipótesis.
A
falta de un dictamen final, algo está claro, aún es demasiado pronto para
proclamar resuelto el acertijo de los sueños, y mientras tanto exclamamos, con
Shakespeare, morir, dormir, tal vez soñar…
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