Buscando
mis amores
iré
por esos montes y riberas,
ni
cogeré las flores,
ni
temeré la fieras,
y
pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh
bosques y espesuras
plantadas
por la mano del amado!,
¡oh
prado de verduras
de
flores esmaltado,
decid
si por vosotros ha pasado!
Los
humanos necesitamos buscar pareja, relacionarnos y conseguir alimentos: en
resumen, precisamos movernos. ¿Cómo lo hacemos? Sí, sé que los músculos se
encargan de efectuar todos los movimientos y que representan entre un cuarenta
y un cincuenta por ciento del peso de un cuerpo masculino, o entre un treinta y
un cuarenta de uno femenino; también sé que, al menos en apariencia, no se
parecen a ningún motor que el mecánico lector haya visto. Trataré de describirlos
en términos técnicos. Primera sorpresa: no advierto movimientos rotatorios; la
rueda, tan útil en toda clase de máquinas, no aparece en la naturaleza. Segunda
sorpresa: no hay un motor, sino aproximadamente seiscientos cincuenta, porque para
el mecánico un único músculo es una máquina que se mueve por medio de una
unidad de propulsión incluida en su estructura. Fijémonos en su diseño. Una
arteria le proporciona el combustible y el oxígeno; la vena, que retira los
productos de desecho, ejerce de tubo de escape. Ningún motor convierte toda la
energía del combustible en trabajo útil, parte se convierte en calor, por ello la
mayoría de los motores necesitan algún fluido, por lo general agua o aire, para
su refrigeración; la sangre circulante constituye el refrigerante que retira el
calor excesivo de los músculos hacia la piel. Un motor debe estar asentado en
una base firme; así sucede con los músculos: se hallan fijos a los huesos mediante
los tendones. Del control, que suele constar de un sistema de arranque, uno de
frenado y otro de regulación de la energía, se encarga el sistema nervioso; el
cerebro (voluntaria o involuntariamente) transmite una señal eléctrica al
músculo para que efectúe la contracción: concretamente, la proteína miosina usa
la energía de una biomolécula para deslizarse entre la actina, acción que acorta
el músculo. Un inciso: me parece increíble que el masetero –el músculo más
fuerte- sea capaz de levantar cuatrocientos kilos.
Sí,
comprendemos el funcionamiento de estas inusitadas máquinas, sin embargo,
ignoramos las causas del calambre, la involuntaria contracción súbita y
dolorosa de un músculo. ¿Quizá una insuficiente oxigenación o la pérdida de
líquidos o de minerales, debido a un esfuerzo prolongado?¿Acaso el frío, un envenenamiento
o una enfermedad? Queremos saber más.
3 comentarios:
Estimado amigo
La biomolécula donadora de energía es el ATP.
Si me pides más precisión podría aclarar que también intervienen la creatina y otras moléculas almacenadoras de energía de rápida utilización ligadas al ATP.
Saludos cordiales
Epi
Estimada amiga
Los expertos en histología distinguen tres categorías de músculos: esqueléticos, lisos y cardíacos. Los primeros constituyen los músculos habituales: bíceps, trapecio. Los segundos constituyen las vísceras estómago, intestinos, vejiga o vasos sanguíneos. El corazón está constituido por los terceros.
Sólo los esqueléticos son voluntarios, la contracción de los otros dos es involuntaria.
Saludos cordiales de Epi
Estimado amigo
El masetero que mencioné es uno de los músculos de la masticación: eleva la mandíbula y cierra la boca.
Saludos
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