Si alguien nos preguntara qué es el
vacío, hasta el lector más ignorante en cuestiones científicas sabría
responder. Una región del espacio está vacía si nada hay en ella, así de
sencillo. Lamentablemente, los físicos –auténticos aguafiestas- aseguran que se
trata de un asunto bastante más complejo del que suponemos. Nos dicen que en el
espacio vacío suceden fenómenos tan extraños como la aparición espontánea de un
par de partículas de la nada; un electrón y un positrón, por ejemplo. Arguyen –con
toda seriedad- que el espacio vacío fluctúa. ¿Fluctúa? Fluctuará la bolsa, el
tiempo meteorológico, el número de accidentes semanales de tráfico, pero el
vacío ¿cómo va a fluctuar la nada? Dejemos a un lado nuestro querido sentido
común y sigamos con el relato científico: las partículas creadas espontáneamente
de la nada de esta inusitada manera tienen una existencia efímera, pues se
aniquilan casi en cuanto aparecen (¡menos mal!), y, además, no pueden
detectarse. Los físicos, siempre ingeniosos, las llaman partículas virtuales,
para distinguirlas de las partículas reales que sí pueden observar con sus
instrumentos.
Si el escéptico lector se ha sorprendido
con el discurso anterior siga leyendo, porque el pasmo le alcanzará todavía
cotas más altas. Los físicos no sólo pronostican que aparecen espontáneamente
partículas de la nada, sino también que el vacío puede desintegrarse. ¿Hemos
leído bien? Sí, la nada, a veces, se desintegra. Y no se trata de un fenómeno exotérico,
sólo debemos crear un campo eléctrico lo suficientemente intenso, lo que
equivale a -simplificando un poco- concentrar mucha electricidad en un lugar
minúsculo. Hagamos un experimento mental: introduzcamos, en una región del
espacio previamente vacía, dos núcleos de uranio previamente fusionados (de
esta manera, conseguimos almacenar una enorme cantidad de electricidad en un
reducido espacio), y observemos qué ocurre; matizo que, aunque los físicos
experimentales saben que un núcleo tan grande no es estable, esperan construir uno
durante un tiempo lo suficiente grande como para determinar los extraños fenómenos
que ocurren. En las proximidades del núcleo, donde nada había, aparecerá espontáneamente
un electrón (que se ligará al núcleo) y un antielectrón que, repelido, podrá
detectarse. En otras palabras, el vacío se habría vuelto inestable y se habría desintegrado
en una partícula y una antipartícula. ¡Increíble! ¡El vacío que nada contiene
se descompone! ¡Vivir para ver!
2 comentarios:
Estimado amigo
Hay tres concepciones del vacío que conviene no mezclar: 1ª la de Aristóteles y sus seguidores; 2ª la de la física clásica desde el siglo XVII hasta el siglo XX; 3ª la de la física cuántica.
Aristóteles sostenía que ninguna región del espacio podía estar vacía: la naturaleza aborrece el vacío.
Los científicos demostraron en el siglo XVII que Aristóteles equivocaba: fabricaron dispositivos que conseguían buenos vacíos.
La concepción moderna del vacío tiene un aroma que nos recuerda a Aristóteles; si bien nadie discute la posibilidad de vaciar de materia ordinaria una región del espacio; tal región dista mucho de estar vacía, tiene una estructura compleja que resulta imposible eliminar.
Saludos
Epi
Estimado amigo
1º De acuerdo con la mecánica cuántica, el vacío cuántico no está realmente vacío, sino que contiene ondas electromagnéticas y partículas materiales que entran y salen continuamente de la existencia.
2º En mecánica cuántica, el vacío es el estado cuántico de un sistema con la menor energía posible, no necesariamente cero.
Saludos
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