Sabemos
que sólo una minúscula variabilidad genética diferencia a una persona de otra;
en lo fundamental todos los seres humanos somos idénticos: tenemos la misma
cantidad de material genético, el mismo número de genes, el mismo número de cromosomas;
concretamente cuarenta y seis, veintidós pares iguales, más otros dos, llamados
X e Y, que establecen las diferencias entre sexos: es varón quien tenga ambos
cromosomas y mujer quien tenga el X repetido; y no importa el nombre del
individuo o cuál sea su apariencia externa. Una precisión más: no todos los cromosomas tienen el mismo número de genes; el más pequeño contiene casi trescientos y
casi tres mil el mayor.
Recordemos
que un gen –unidad de almacenamiento de información genética y unidad de
la herencia- es un trozo de la molécula de ADN, que contiene la información
necesaria para la síntesis de una proteína. La paradoja de que el número de
proteínas humanas -unas cien mil-, se estime superior al número de genes -veintitrés
mil-, se debe a que la información que contiene un gen (nuestro o de cualquier
otro animal), a menudo consta de bloques informativos interrumpidos por ruido
(en térmicos técnicos diríamos que un gen consta de exones informativos e
intrones desechables); y dependiendo de cómo se combinen los exones se formarán
distintas proteínas.
Desde
el 2003, año en que conoció el genoma humano, los bioquímicos permanecen perplejos ante una
incógnita a la que no encuentran solución: sólo el dos por ciento del genoma
almacena información para fabricar las proteínas corporales; se desconoce la
misión de la mayor parte del noventa y ocho por ciento restante. Fijémonos en
un cromosoma humano concreto, el veinte, por ejemplo: el veinticuatro por
ciento del ADN constituye los genes (dos por ciento los exones y veintidós por ciento los desechables intrones); del restante, el veintiuno por
ciento contiene información única (probablemente se trate de genes de ARN), y
el cincuenta y cinco por ciento consta de información repetitiva de función
desconocida: en consecuencia, la mayor parte del ADN no proporciona información
para sintetizar las proteínas del organismo, los biólogos lo han bautizado como
ADN basura. Los investigadores se enfrentan entonces con una contradicción: la
selección natural debería haber eliminado el inútil ADN basura. ¿Por qué no lo
ha hecho? ¿Cumple, entonces, alguna función? ¿Regulará la actividad de algunos
genes, como especulan algunos científicos? Futuras investigaciones nos
proporcionarán la respuesta… y plantearán nuevas preguntas.
2 comentarios:
Estimado amigo
Haré una estimación aproximada del número de genes que pueden contener los diferentes seres vivos: una célula animal, vegetal o de un hongo de cinco mil a cincuenta mil genes; una bacteria o una arquea entre quinientos y cinco mil; un virus ADN entre diez y trescientos; un virus ARN entre uno y treinta; un transposón entre uno y diez; un viroide (ninguno, es un trozo de ARN); un prion (ninguno, es una proteína).
Cordiales saludos.
Epi
Estimada amiga
1º La mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, no tiene que ver con el número de genes que contiene un ser vivo.
2º Barbara McClintock, Nobel de medicina, estudiando el maíz descubrió unos genes saltarines que ahora llamamos transposones.
Saludos cordiales
Epi
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