“Canta,
oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos
males a los aqueos y precipitó al Orco muchas almas valerosas de héroes, a
quienes hizo presa de perros y pasto de
buitres”. Homero, antes que Buda, Mahoma o Jesucristo predicasen, ya se
percataba de que la ira, y su consecuencia, la agresividad conduce a un tipo de
conducta, a menudo, criminal.
Una
concentración alta de testosterona combinada con una concentración baja de
serotonina podría explicar la agresividad, según una original hipótesis científica.
Detengámonos un momento para recordar qué es una y otra sustancia. Los
testículos, los ovarios (diez veces menos) y las glándulas suprarrenales (una
cantidad minúscula) producen testosterona, la hormona sexual masculina, que aumenta
la masa muscular, la masa ósea, el crecimiento del pelo y desarrolla los
testículos. La serotonina, en cambio, es un mensajero químico que, probablemente,
interviene en los circuitos cerebrales que inhiben la agresión.
El
etólogo observa que el comportamiento -competitividad, agresividad- de los machos de muchas especies de
mamíferos, aves y reptiles, durante la reproducción, depende fundamentalmente de la cantidad de testosterona, mucha en
esa época; también que los machos son más agresivos que las hembras, probablemente
debido a que tienen mayor concentración de la hormona: prueba de ello es que en
las aves con roles sexuales cambiados, y en los clanes de hienas dominados por
hembras, ellas tienen más testosterona. ¿Qué sucede en los humanos? Los
investigadores encontraron una correlación entre la cantidad de testosterona superior
a la normal y la delincuencia, el abuso de drogas y la tendencia hacia el
riesgo en los varones; hallaron las concentraciones más altas en los criminales
más violentos; y detectaron las máximas en los convictos por crímenes sexuales.
En todo el mundo los hombres luchan, se insultan, matan y son más arrestados que
las mujeres; y suelen ser más agresivos quienes tienen mucha cantidad de
testosterona. Tampoco faltan casos de irritabilidad entre los deportistas de élite,
debido al abuso de esteroides anabolizantes (la testosterona tiene el mismo
efecto). Por último, el aumento de la hormona durante la pubertad explicaría el
comportamiento antisocial y violento de muchos adolescentes.
Conclusión:
mucha testosterona que induce la agresividad, y poca serotonina que no impide
su manifestación constituyen una combinación peligrosa: porque desencadenan la
conducta violenta. No obstante lo escrito, sólo disponemos de correlaciones, no
de evidencias causales; aunque la hipótesis es apasionante la prudencia
aconseja esperar nuevas pruebas.
1 comentario:
Estimado amigo
Las hormonas testosterona, producida por los testículos, y estrógenos, producidos por los ovarios, son hormonas que influyen en ciertos caracteres secundarios; pero el sexo de los mamíferos no está determinado por las hormonas, sino por la ausencia o presencia del cromosoma Y en todas las células del cuerpo. Un ciervo, un león o cualquier mamífero no tienen opción de ser macho o hembra: el sexo de un individuo está determinado desde el momento de su fecundación.
Cordiales saludos
Epi
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