sábado, 20 de abril de 2013

Testosterona y agresión


“Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Orco muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo  presa de perros y pasto de buitres”. Homero, antes que Buda, Mahoma o Jesucristo predicasen, ya se percataba de que la ira, y su consecuencia, la agresividad conduce a un tipo de conducta, a menudo, criminal.

Una concentración alta de testosterona combinada con una concentración baja de serotonina podría explicar la agresividad, según una original hipótesis científica. Detengámonos un momento para recordar qué es una y otra sustancia. Los testículos, los ovarios (diez veces menos) y las glándulas suprarrenales (una cantidad minúscula) producen testosterona, la hormona sexual masculina, que aumenta la masa muscular, la masa ósea, el crecimiento del pelo y desarrolla los testículos. La serotonina, en cambio, es un mensajero químico que, probablemente, interviene en los circuitos cerebrales que inhiben la agresión.

El etólogo observa que el comportamiento -competitividad, agresividad- de los machos de muchas especies de mamíferos, aves y reptiles, durante la reproducción, depende fundamentalmente de la cantidad de testosterona, mucha en esa época; también que los machos son más agresivos que las hembras, probablemente debido a que tienen mayor concentración de la hormona: prueba de ello es que en las aves con roles sexuales cambiados, y en los clanes de hienas dominados por hembras, ellas tienen más testosterona. ¿Qué sucede en los humanos? Los investigadores encontraron una correlación entre la cantidad de testosterona superior a la normal y la delincuencia, el abuso de drogas y la tendencia hacia el riesgo en los varones; hallaron las concentraciones más altas en los criminales más violentos; y detectaron las máximas en los convictos por crímenes sexuales. En todo el mundo los hombres luchan, se insultan, matan y son más arrestados que las mujeres; y suelen ser más agresivos quienes tienen mucha cantidad de testosterona. Tampoco faltan casos de irritabilidad entre los deportistas de élite, debido al abuso de esteroides anabolizantes (la testosterona tiene el mismo efecto). Por último, el aumento de la hormona durante la pubertad explicaría el comportamiento antisocial y violento de muchos adolescentes.

Conclusión: mucha testosterona que induce la agresividad, y poca serotonina que no impide su manifestación constituyen una combinación peligrosa: porque desencadenan la conducta violenta. No obstante lo escrito, sólo disponemos de correlaciones, no de evidencias causales; aunque la hipótesis es apasionante la prudencia aconseja esperar nuevas pruebas.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

Las hormonas testosterona, producida por los testículos, y estrógenos, producidos por los ovarios, son hormonas que influyen en ciertos caracteres secundarios; pero el sexo de los mamíferos no está determinado por las hormonas, sino por la ausencia o presencia del cromosoma Y en todas las células del cuerpo. Un ciervo, un león o cualquier mamífero no tienen opción de ser macho o hembra: el sexo de un individuo está determinado desde el momento de su fecundación.

Cordiales saludos
Epi