sábado, 2 de febrero de 2013

La aparición del oxígeno atmosférico

Trasládese el intrépido lector, con la imaginación, a hace dos mil quinientos millones de años; no sólo los continentes y los océanos le resultarían irreconocibles, ni siquiera podría respirar el aire, porque carecía del imprescindible oxígeno. Fíjese en la atmósfera de aquella lejana época: casi todo el dióxido de carbono que envolvía la Tierra primigenia había desaparecido; su destino había consistido en convertirse en piedra -en rocas calizas- al unirse al calcio disuelto en el océano; pero aún quedaba en la atmósfera una cantidad enorme de dióxido de carbono, una circunstancia que estimuló la proliferación de las cianobacterias; el suceso carecería de importancia si estos diminutos seres vivos, además de consumir el gas carbónico, no expulsasen un desecho inusual; porque este desecho, el oxígeno, que iba inundando el ambiente poco a poco, acabaría desencadenando una revolución ambiental sin precedentes.

El primer oxigeno formado se gastó rápidamente al combinarse con el abundante hierro que había en el océano (para dar óxidos sólidos); hierro que los activísimos volcanes submarinos habían emitido; sólo cuando el metal desapareció del océano -la actividad volcánica había amainado-, el oxígeno pudo acumularse en el mar y después pasar a la atmósfera, donde su concentración comenzó a aumentar hasta el veintiuno por ciento actual. El escéptico lector no juzgue a este discurso como una especulación sin fundamento de los geólogos: los depósitos de hierro bandeado, unas rocas sedimentarias que abundan en el fondo marino, son un testimonio de lo que sucedió hace dos mil cuatrocientos millones de años.

Retomemos el hilo del relato. El oxígeno es una sustancia química muy activa, un eficaz agente oxidante destructor de la materia viva, un veneno para quien no se protege de él. A nadie extrañará, en consecuencia, que los organismos primitivos sólo pudiesen vivir en medios desprovistos de él, y que la acumulación de este elemento desencadenase una crisis biológica global, en la que probablemente se extinguió la mayoría de la vida arcaica; los escasos supervivientes tuvieron que refugiarse en ambientes marginales pobres en oxígeno, como las aguas profundas y estancadas, el interior de los sedimentos o la materia orgánica muerta. Comprendo que, al lado de esta hecatombe, las modificaciones que el hombre está produciendo en la atmósfera actual parecen de poca monta… aunque se lleven por delante la civilización y puedan causar cientos de millones de muertos.

No hay comentarios: