sábado, 16 de febrero de 2013

Espacio cuántico


   El escritor confiesa encontrarse pasmado por algunas noticias económicas: y no sabe qué le deja más estupefacto, si la cantidad de dinero despilfarrado por las antiguas cajas de ahorro españolas (decenas de miles de euros dilapidados) o el que los responsables del derroche no hayan sido juzgados y castigados. Y este preámbulo se debe a que la última teoría física de la realidad también me ha sorprendido más de lo habitual.


   Las dos teorías más exitosas de la física moderna, la mecánica cuántica y la relatividad general no sólo son contradictorias, sino que, a la escala más ínfima posible, resultan un galimatías carente de sentido. Hay una línea de pensamiento, iniciada por John Wheeler, que considera que el mundo físico está hecho de información y que la energía y materia serían accesorias; del estudio de la información y de las misteriosas propiedades de los agujeros negros ha surgido una hipótesis asombrosa: el principio holográfico mantiene que el universo es como un holograma. Operando con luces láser se registra una imagen tridimensional en una película plana de dos dimensiones; de una manera similar nuestro universo, que nos parece tridimensional, podría equivaler a otro pintado sobre una enorme superficie lejana.


   De ser ciertas las ideas anteriores, en lugar de suave y continuo, el espacio del universo sería digital; y estaría compuesto de bits diminutos de información (del tamaño de la longitud de Planck: diez sextillonésimas de metro) que, al temblar, volverían borroso al espacio. Craig Hogan ha propuesto un montaje experimental, que consiste en medir la interferencia entre dos rayos de luz láser, para demostrarlo. Durante los últimos decenios los físicos han estado construyendo teorías de cuerdas que nadie sabe como verificar mediante experimentos. Hogan ha tomado otro camino: ¿se halla el universo compuesto de bits?, ¿sí o no? Hagamos un experimento y comprobémoslo. Una prueba afirmativa encaminaría la física por senderos novedosos y fiables; el hallazgo teórico, ratificado por el experimento, sería una pieza clave en la búsqueda de una teoría global de la realidad.

   Si se confirmasen estas extrañas ideas, que convertirían nuestra percepción del mundo en una ilusión, me consolaría el recuerdo de estos hermosos versos de William Blake:
Para ver el mundo en un grano de arena
y en una flor silvestre, el cielo:
abarca el infinito en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora.


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