Los
submarinos nucleares imitan la estructura hidrodinámica del cuerpo del delfín,
los aviones plagian las enormes alas de los albatros, el sonar ya lo usaban las
orcas y los murciélagos millones de años antes de que los humanos lo
inventásemos. Una máquina de fotografía presenta el mismo diseño que el ojo de
un pulpo; la visión en la oscuridad no consiste más que en detectar rayos
infrarrojos… como hacen algunas serpientes. Los químicos, como los ingenieros,
también se disponen a imitar a los seres vivos en su intento de diseñar nuevos
materiales y, en su afán de obtener productos con unas características
superiores a las actuales, han tratado de reproducir en los laboratorios ciertas
reacciones químicas celulares; lamentablemente, no han logrado los resultados
esperados: el mecanismo natural de formación de muchos biominerales todavía les
resulta extremadamente complejo. Sí, conocen la composición química de más de
medio centenar de biominerales: constan de cristales de fosfatos, carbonatos y
sulfuros de calcio, hierro o magnesio que están imbuidos en una matriz de
material orgánico; pero no es suficiente.
Sabemos
que proteínas, grasas y azúcares son los componentes mayoritarios de los seres
vivos; sin embargo, solemos olvidar que los minerales también constituyen una
parte no desdeñable de los organismos: huesos, dientes, cáscaras, caparazones, conchas,
perlas o corales están constituidos principalmente por minerales que se forman
en el interior de la materia viva. Un complejo conglomerado de capas de
proteína y carbonato cálcico constituye la cáscara del huevo de las aves y
reptiles. Compactas estructuras de pequeños cristalitos constituyen los huesos
y dientes de los animales vertebrados, y las conchas de los moluscos; de hidroxiapatito
(un fosfato) los primeros y de calcita o aragonito (carbonatos) los segundos. Excepcionalmente
bellos, vistos con el microscopio, son los cristales de aragonito que
constituyen el nácar y las perlas de los moluscos. Y no me olvido del ópalo (sílice)
elaborado por las algas diatomeas, ni de las piritas (sulfuros), magnetitas
(óxidos) o dolomitas (carbonatos) sintetizadas por bacterias. Aunque los biominerales resultan imprescindibles como
elementos estructurales de los esqueletos internos y externos de los seres
vivos, también pueden resultar perjudiciales; ahí están, para certificarlo, los
fosfatos u oxalatos de calcio que se hallan en los cálculos en el riñón, en la bilis
o en las vías urinarias.
Contemplo
la Peregrina, la legendaria perla que perteneció a las joyas de la Corona de
España, y no sé qué admiro más, si la belleza de la gema o la habilidad del
animal que la fabricó.
2 comentarios:
Estimado amigo
No todas las proteínas de un mismo animal son iguales: poco se parece una proteína con forma de globo a otra con forma de fibra o lámina. Piensa en la hemoglobina de la sangre y en la queratina de la piel, uñas, pelo, cuernos o pezuñas.
Saludos
Epi
Estimado amigo
Te propongo un ejemplo para distinguirlos. Los insectos y crustáceos (nécoras, cangrejos y cigalas) tienen esqueleto externo, en cambio todos los mamíferos, humanos incluidos, tenemos esqueleto interno.
Saludos cordiales
Epi
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