sábado, 8 de diciembre de 2012

Movimientos del Sol: nuestro vecindario cósmico

El observador que se detenga a contemplar el cielo durante una noche despejada hallará, encima de su cabeza, una mancha lechosa: es la Vía Láctea, nuestra galaxia. Describiré nuestro vecindario estelar en breves pinceladas: se trata de un inmenso conjunto de más de doscientas mil millones de estrellas que tiene la forma de un disco gigantesco, tan enorme, que la luz tardaría cien mil años en atravesarlo longitudinalmente pasando por el centro, o doce mil años si hace la travesía en dirección transversal. Nosotros nos localizamos -en el disco- a mitad del camino al centro galáctico, aproximadamente.

El Sol, acompañado de los planetas, describe una trayectoria con forma de hélice alrededor del centro de la galaxia; tres movimientos constituyen la hélice. El movimiento más largo y rápido -cada segundo recorre doscientos diecisiete kilómetros- consiste en una órbita más o menos circular alrededor del núcleo galáctico; órbita singular porque nos movemos hacia el norte terrestre: considere el astuto lector que el plano que contiene al sistema solar está inclinado casi noventa grados respecto al plano de la Vía Láctea. Un dato más: el sistema solar completa una vuelta a la galaxia cada doscientos cincuenta millones de años, quizá algo menos (un año galáctico). Detengámonos un instante para valorar la magnitud de este tiempo: si usáramos el año galáctico como unidad para medir las edades geológicas, diríamos que el Sol tiene dieciocho años galácticos, hace quince que aparecieron las primeras bacterias en la Tierra y tres los primeros animales; menos de una milésima de un año galáctico habría transcurrido desde que apareció el primer humano. El segundo movimiento del sistema solar consiste en una oscilación -a siete kilómetros por segundo- hacia arriba y hacia abajo del plano de la galaxia; actualmente nuestro sistema solar se encuentra a sesenta y siete años luz, por encima del plano, que atraviesa cada treinta y cinco (o cuarenta) millones de años. El tercer movimiento, similar al segundo en dirección perpendicular, se trata de un vaivén –a veinte kilómetros por segundo- hacia el centro y hacia afuera de la galaxia.

El lector inteligente ya habrá deducido, igual que los científicos, que nuestro vecindario cósmico podría ser responsable de alguno de los cataclismos periódicos ocurridos en el pasado en la biosfera: abundan las hipótesis, pero faltan pruebas concluyentes.

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