sábado, 22 de diciembre de 2012

Las influencias de la Luna

Durante la Edad Media era habitual creer que la Luna llena causaba trastornos mentales, de hecho, lunático significa loco. El lector escéptico habrá escuchado numerosas veces que durante la Luna llena los hospitales reciben más pacientes, que hay más partos o que los delitos aumentan: los estudios estadísticos niegan cualquier influencia lunar en estos fenómenos. Nuestro satélite, en cambio, sí causa las mareas, y también ha favorecido el desarrollo de la ciencia y la formación de la biosfera.

Comienzo con una observación aparentemente banal: la Luna nos presenta siempre la misma cara; porque gira sobre sí misma y en torno a la Tierra en el mismo tiempo, veintisiete días y tres décimas. Tiempo que se convierte en veintinueve días y medio si se considera que la Tierra también gira; y es este último dato el que marca las fases de la Luna, los eclipses y las mareas.

La Luna es un astro brillante cuya forma y posición varían periódicamente en el firmamento; unos cambios que debieron fascinar al hombre primitivo, quien la consideró una deidad. Anaxágoras, hace veinticuatro siglos, razonó que tanto la Luna como el Sol eran cuerpos gigantes, rocosos y esféricos y que la luz emitida por el satélite consistía en luz reflejada de la estrella (esta idea, ateísta, fue una de las causas de su exilio): la razón, y no el mito, trataba de explicar la naturaleza. Hiparco de Nicea demostró que la Luna distaba de la Tierra treinta diámetros terrestres y que su diámetro era la cuarta parte del terrestre (relación similar a la de una pelota de baloncesto con una de tenis): por primera vez la mente humana concebía la multiplicidad de mundos. ¡Admirémonos! La Luna está lo suficientemente cerca como para que las observaciones oculares puedan concretarse en medidas.


No solemos pensar en ello, pero si nos fijásemos observaríamos que los tamaños de los discos solar y lunar coinciden: quien haya observado un eclipse total de Sol lo habrá comprobado. Se debe a que el diámetro solar es cuatrocientos veces superior al de la Luna, pero se halla cuatrocientas veces más alejado; y no tenía por qué ser así; ningún planeta cuenta con un satélite que le tape completamente el Sol. La Luna, el quinto satélite más grande del Sistema Solar, el mayor en proporción al tamaño de su planeta, ha estabilizado el bamboleo del eje de rotación de la Tierra, y con él su clima y, en consecuencia, ha influido en la biosfera. ¡Nada menos!

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