sábado, 5 de mayo de 2012

Inteligencia de enjambre

Se estima que los insectos, sobre todo las abejas, polinizan a la tercera parte de los vegetales que nos alimentan. ¡Nada menos! La especie de abeja mejor conocida, la doméstica, vive en sociedades formados por tres clases de individuos: las obreras realizan múltiples trabajos, segregan la cera con la que construyen panales, vigilan, limpian, mantienen la colmena, crían las larvas, recolectan el néctar y el polen, y fabrican la miel; la labor de la reina y los zánganos, en cambio, es única -y sospecho más cómoda-, aquélla deposita los huevos y éstos fertilizan a una nueva reina. Muchas especies de abejas, avispas, termitas y hormigas son capaces de lograr asombrosas organizaciones, en las que sus miembros acometen tareas muy diferentes, desde la búsqueda de comida o la construcción del nido, hasta el reconocimiento de los miembros de su propio grupo, incluso son capaces de responder a variaciones de las circunstancias ambientales mediante el ajuste del número de obreras. Las habilidades colectivas de los insectos sociales intrigan a los científicos. ¿Cómo logran construir habitáculos tan complejos? ¿Qué mecanismo regula las actividades individuales en el enjambre? Parece como si un agente invisible coordinase las actividades de todos los individuos; y no es así. El plan de construcción se debe a una sucesión de estímulos que cambia a medida que progresa la construcción. La naturaleza de estas interacciones y el tratamiento de la información individual, así como la diferencia entre el comportamiento solitario y el comportamiento social siguen siendo un misterio; aunque ya se atisba cierta comprensión: los fenómenos de cooperación de los insectos se parecen a los fenómenos de auto-organización que aparecen espontáneamente en estructuras disipativas, tales como las células de convección en los fluidos o las reacciones químicas oscilantes.

Los constructores de robots quieren imitar a estos insectos; pretenden reemplazar grandes robots complejos, pero frágiles, por ejércitos de pequeños robots simples, pero colectivamente robustos. Y han inventado la noción de inteligencia de enjambre para designar la capacidad de un grupo de agentes naturales o artificiales, que coordinan sus actividades con el fin de realizar una tarea global compleja; agentes a los que se ha equipado con reglas de comportamiento sencillas, fundadas en informaciones locales dispersas por el ambiente. El comportamiento colectivo –consideran- quizá sea consecuencia de instrucciones individuales simples.

El escritor se imagina un futuro en el que pululan enjambres de minúsculos robots trabajando en una industria o empleados en un ejército, y no sabe si reír o llorar.

No hay comentarios: