sábado, 17 de marzo de 2012

Volcanes extraterrestres de agua

Ni en Islandia, ni en Nueva Zelanda, ni siquiera en Yellowstone se hallan los campos de géiseres más grandes conocidos; hay que buscarlos fuera de la Tierra. Uno de los mayores espectáculos del sistema solar se halla en Encélado, la luna de Saturno, allí, el turista del futuro observará los más majestuosos géiseres de nuestro vecindario astronómico. Si se calienta una región, bajo la superficie helada de una luna de cualquiera de los cuatro planetas exteriores, el material calentado saldrá hacia arriba, y constituirá un cono por cuyas laderas caerá el hielo derretido; en resumen, se formará un volcán extraterrestre de hielo y agua (un criovolcán). Parece absurdo, ¿no? Sin embargo, fenómenos volcánicos protagonizados por el agua podrán contemplarse, además de en Encélado, probablemente en otras lunas: en Europa y Ganimedes de Júpiter, en Titán de Saturno, en Miranda de Urano y en Tritón de Neptuno.

Los geólogos estaban convencidos de que se necesitaban altas temperaturas para formar los volcanes: erraban, el requisito imprescindible es la diferencia térmica. A pesar de las bajas temperaturas (decenas de grados bajo cero) y de los diferentes materiales que los componen, la estructura de los criovolcanes es idéntica a la de los volcanes terrestres de roca derretida. En vez de lava, la erupción consiste en la emisión de agua (también de amoníaco y metano) en estado líquido o en estado de vapor, materiales que, tras la erupción, se solidifican debido a las bajas temperaturas superficiales del satélite; como lo hace la lava terrestre. En resumen, el agua líquida desempeña el papel de la lava (o del magma), mientras que el hielo representa el papel de la roca.

         ¿De donde procede la energía necesaria? Del calentamiento interno del satélite; probablemente debido a las fuerzas gravitatorias de marea, similares a las fuerzas lunares que influyen en las mareas terrestres; estas fuerzas generan una fricción en el hielo que engendra el calor suficiente para derretirlo y producir la erupción. En el caso de los astros más lejanos que Neptuno (como Quaoar) los geólogos desconocen la fuente de energía; y, a falta de otro candidato, proponen la radiactividad natural.

Por último, algunos biólogos especulan con que los criovolcanes podrían albergar vida (bacterias extraterrestres, no vegetales ni animales, por supuesto), igual que lo hacen las fuentes hidrotermales en las fosas marinas terrestres. Es tan bello soñar...

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